Con el informe preliminar sobre la mesa, las autoridades de aviación colombianas han declarado que el accidente aéreo en el que viajaba el equipo de fútbol del Chapecoense y en el que hubo 71 muertos se podría haber evitado. Todo se debió a un fallo humano. La causa principal fue un fallo de combustible, no era el suficiente para llevar a cabo la ruta establecida. El piloto y copiloto eran conscientes, y aunque barajaron la opción de repostar en Leticia, una ciudad fronteriza entre Brasil y Colombia, o en Bogotá, finalmente lo descartaron. Por si fuera poco, al entrar en territorio colombiano el gasto de queroseno fue mayor para hacer resistencia al fuerte viento de frente que se encontraron. Pero a la torre de control no le comunican hasta seis minutos antes de estrellarse que la situación era de verdadera emergencia, cuando ellos ya conocían la situación de alerta hacía veinte minutos. Pero hay más. El peso se superaba en 400 kilos. Además, la aeronave de la compañía Lamia sólo podía volar a 29.000 pies de altura y durante el vuelo llegó a alcanzar los 30.000. En definitiva, un cúmulo de negligencias que lejos de garantizar la seguridad del vuelo, acabó con la vida de 71 personas.