El actor José Luis Gil: "No creo mucho en la especie humana"

  • El actor José Luis Gil protagoniza la adaptación teatral de la película de Woody Allen 'Si la cosa funciona', que ahora se representa en Madrid.
  • Con su personaje, Boris, un misántropo maduro y neurótico, asegura que coincide en muchas creencias e inquietudes.
  • Gil también habla de su personaje en la serie 'La que se avecina', Enrique Pastor: "Me inspira mucha ternura aunque hay a veces que me exaspera".
José Luis Gil posa en el Teatro Cofidis Alcázar de Madrid antes del estreno de la adaptación teatral de 'Si la cosa funciona'.
José Luis Gil posa en el Teatro Cofidis Alcázar de Madrid antes del estreno de la adaptación teatral de 'Si la cosa funciona'.
Jorge París
José Luis Gil posa en el Teatro Cofidis Alcázar de Madrid antes del estreno de la adaptación teatral de 'Si la cosa funciona'.

A primera vista, José Luis Gil comparte con sus personajes más célebres —el Sr. Cuesta de Aquí no hay quien viva o el Sr. Pastor de La que se avecina— la traza de quijote cogitabundo y la seriedad. En su discurso hay, en cambio, otros recovecos. Tras evaluar la precisión de las traducciones de Shakespeare o realizar una lectura clarividente sobre la esencia cómica y magullada de los personajes de Woody Allen (actualmente interpreta a uno de ellos, Boris, en la adaptación teatral de la película Si la cosa funciona, en la sala Cofidis Alcázar de Madrid), el actor zaragozano desvela su delirio por el heavy metal, las guitarras —tiene tres—, los paseos nocturnos y los chubascos (en su perfil de Twitter se presenta como un 'experto en lluvias, reales e imaginarias').

En cuanto al misántropo maduro, maniático y malhumorado que Allen dibujó en 2009 y que desde el día 10 de abril Gil encarna sobre las tablas, el actor destaca su neurosis tierna, de la que no se siente del todo ajeno. Menos similitudes, tal vez, guarda con el Sr. Pastor al que presta su rostro en La que se avecina (Telecinco) y con el que se exhibe cada lunes ante una audiencia millonaria. La ficción, que va por su octava temporada sin perder su eficacia, ha sido utilizada por Mediaset para frenar a los peores contendientes televisivos. Entre sus grandes victorias, la de los duelos con El tiempo entre costuras, Isabel, MasterChef o Mira quién baila.

Los personajes de Woody Allen se acercan a la personalidad del cineasta. ¿Los de usted se alejan de sí?

Creo que lo más atractivo del cine de Allen es que es capaz de mostrar las obsesiones que todas las personas tienen en la cabeza pero que no se atreven a manifestar. Él lo hace sin ningún pudor. Por ejemplo, la muerte. El hecho de que tenemos fecha de caducidad es una reflexión inaceptable, obsesiva en sí misma. Cualquiera puede reconocerse en esa neurosis, que Woody Allen lleva al límite a través de situaciones disparatas y cómicas pero que encierran mucha profundidad y una esencia preocupante.

¿Se reconoce, entonces, en ese Boris neurótico?

No he llegado a los extremos de Boris pero me ha fascinado el comprobar que comparto su pensamiento en un 90%. Mi vida, sin embargo, no tiene nada que ver con la suya. Yo soy más cobarde y él es de los que huye hacia delante. Intenta, incluso, suicidarse, algo que yo nunca he hecho, evidentemente. Por lo demás, yo tampoco creo demasiado en la especie humana. Eso hace que tiendas a aislarte porque piensas que no vives en el mismo plano que el resto de la gente.

Boris se empareja con una mujer 30 años menor. Si su personaje fuese femenino, ¿qué prejuicios cree que aflorarían?

Para mí esos prejuicios no existen, ni en un caso ni en otro. Uno se enamora de las personas, no de una edad, ni siquiera de un físico. Tener una buena apariencia es muy atrayente pero alguien que objetivamente no es espectacular, si te enamoras, puede llegar a parecerte guapísima y te puede apetecer muchísimo estar con ella.

Ha sido actor de doblaje durante muchos años. ¿Por qué es necesario doblar las producciones?

Ese debate cada día tiene menos sentido en un mundo donde uno puede escoger si quiere ver una película doblada, original o con subtítulos. De cualquier forma, el por qué puede tener una respuesta similar a la de por qué traducir a Shakespeare. Los que hemos hecho teatro clásico nos hemos encontrado con hasta seis traducciones distintas de la misma obra y ninguna es igual. La versión buena será la de Shakespeare pero cuando llega su obra traducida nadie lo cuestiona. ¿Y que versión estás viendo? Puede que la que dice "Ser o no ser, he ahí el dilema" o la que dice "he ahí la cuestión" o "el enigma". Y todas te parecen buenas aunque el doblaje, como la traducción de Shakespeare, arranca una parte de la interpretación que en el tema de un actor es muy importante.

¿Cómo fue lo de salir de la cueva y pegar el salto a la televisón?

El doblaje me gustaba y es una escuela brutal. Por la mañana podía estar doblando una película de acción; por la tarde, unos dibujos animados y al día siguiente, una comedia. Tienes que tener los sentidos muy ágiles. En cuanto a visibilidad, la tele es la madre del cordero. Y lo de que me reconozcan por la calle lo llevo bien porque no he querido hacer un problema de eso en mi vida. Algunas veces pasan cosas muy divertidas.

¿Por ejemplo?

Hace un par de años me tocó ser el presidente de mi comunidad de vecinos, un Sr. Cuesta pero en la vida real. Hubo mucho cachondeo. Recuerdo la cara que puso un pintor que vino para arreglar unos desperfectos cuando preguntó por el presidente y le recibí yo. No hacía más que mirar alrededor, yo creo que esperando ver una cámara oculta. Me lo pasé pipa porque él estuvo serio hasta el final, no fue capaz de romper la magia.

¿Cómo se le da gestionar goteras fuera de la ficción?

Horrible. Soy un desastre. Todas las comunidades tienen problemas y lo que yo considero importante son las cosas más básicas. Siempre hay alguien que cree que hay algo aún más prioritario. El que sabe, que se encargue y que haga lo que quiera.

Su papel de concejal en 'La que se avecina', ¿le ha ayudado a empatizar con los políticos?

Toda la serie tiene un punto de realidad a la que se da una vuelta de tuerca para obtener una trama chocante. Ahora me ha tocado tomar decisiones difíciles por los recortes, como escoger si cerrar un hogar de jubilados o retirar las ayudas a los toros. También fuera de la ficción la mayoría de ayuntamientos han sufrido recortes y hay políticos más o menos honrados intentando tapar las deficiencias y el desconocimiento de los políticos de primera fila. Es habitual que a los de abajo les toque comerse marrones por los de arriba, a quienes les importan bastante poco esos temas.

¿Qué curso tomará su personaje en los próximos capítulos?

La tranquilidad no existe. Enrique sigue con sus líos vecinales y sus líos con Judith. Son episodios muy divertidos, joyas.

¿Hay algo que le exaspere de Enrique Pastor?

En general me produce mucha ternura su honestidad, hay pocas personas en la vida real que sean tan coherentes y que actúen de acuerdo con lo que predican.  Y siempre procura solucionar los problemas de los otros. Pero sí hay cosas que me exasperan, como su incapacidad para dar carpetazo a un tema pese a que lo ha intentado varias veces sin resultado, o su incapacidad para vivir solo. Necesita pareja y un orden en su vida para ser feliz, si no, se siente perdido.

Biografía

Nació en Zaragoza en 1957 pero se crió en Madrid. Comenzó su andadura profesional en el teatro y poco después saltaría al doblaje, donde ha prestado su voz a actores como Patrick Swayze o Tom Hanks. La popularidad le llegó en 2003 de la mano de la serie Aquí no hay quien viva y su papel de presidente de una comunidad de vecinos disparatada. Desde 2007 encarna al concejal Enrique Pastor en La que se avecina (Telecinco). Alterna su trabajo televisivo con el cine y el teatro.

Dónde verle:

  • En el Teatro Cofidis Alcázar de Madrid (C/ Alcalá, 20), de miércoles a domingo, interpretando a Boris en la obra Si la cosa funciona.
  • Cada lunes, en prime time, en la serie televisiva La que se avecina (Telecinco).
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