Cuáles son los siete tipos de hambre y que relación directa tienen con nuestro estado mental

Los psicólogos abordan el importante papel de las emociones en la forma de alimentarnos. El qué, cómo y cuánto comemos puede dar pistas importantes sobre nuestro estado mental porque "es habitual utilizar el efecto de calma que reportan ciertos alimentos para regularnos cuando tenemos estrés, ansiedad o preocupaciones".
Cinco alimentos que no pueden faltar en tu dieta
Cinco alimentos que no pueden faltar en tu dieta
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Cinco alimentos que no pueden faltar en tu dieta

Los expertos en psicología lo advierten: el incremento de los trastornos alimenticios en las últimas décadas indican la necesidad de revisar nuestra relación con la comida. “Es cierto que  en este ámbito se dan de problemas severos concretos como la bulimia, la anorexia o el llamado síndrome del atracón (el deseo incontrolable de ingerir excesivas cantidades de comida en un solo momento), pero no sólo los afectados por estos trastornos que requieren de tratamiento exclusivo, todos deberíamos reflexionar sobre nuestras dinámicas de alimentación”, señalan los especialistas de Clínicas Origen.

Para los psicólogos, el qué comemos, cómo comemos y cuánto comemos puede dar pistas importantes sobre nuestro estado mental: “de cómo estamos pensando y sintiendo, tanto en un momento determinado, como a lo largo del tiempo”, añaden.

Los expertos de estos centros de psicología y psiquiatría abordan el importante papel de las emociones en la forma de alimentarnos e identifican siete tipos de hambre que pueden ayudarnos a saber cómo nos encontramos mentalmente.

Hambre visual

O lo que es lo mismo, la que entra por los ojos. “Nos enamoramos de una presentación bonita, del color de los alimentos o incluso del entorno en el que se sirve. La belleza del producto y lo que le rodea sirven de estímulo a la hora de comer”.

Hambre olfativa

A la que describen así: “Abrimos la puerta de casa, por ejemplo, y lo que se está elaborando en la cocina nos abre el apetito. También puede suceder lo contrario, un aroma fuerte que se prolonga por mucho tiempo nos produce sensación de saciedad”.

Hambre bucal

Según los psicólogos es la que está relacionada con el deseo de la boca de experimentar sensaciones placenteras, tenerla llena, o experimentar determinadas sensaciones y sabores en la misma.

Hambre estomacal

La que define a la perfección la conocida expresión: ‘Tengo un agujero en el estómago’. Sin embargo, los expertos advierten que dicho agujero puede estar producido por otras cuestiones ajenas a la falta de alimento. “Desde el meteorismo en lo físico a la fuerte preocupación en lo mental. Si el hambre estomacal es una constante en nuestra vida, deberíamos consultar a los expertos, tanto a los especialistas en digestivo como a los profesionales de la salud mental; la sensación podría encubrir distintos tipos de problemas”.

Hambre celular

Este tipo de apetito es el que tiene que ver con la necesidad fisiológica de nutrientes y se satisface mediante la ingesta de los elementos esenciales que precisa nuestro cuerpo: agua, sal, proteínas grasas, hidratos de carbono, minerales, vitaminas y oligoelementos como el hierro y el zinc. Este proceso se conoce como mindfull eating o el comer consciente, y lleva asociado un proceso de escucha en la alimentación.

Hambre mental

Los psicólogos de Origen la definen como aquella que se basa en pensamientos del tipo ‘debería comer - no debería comer’ y que tiende a crear absolutos, polos opuestos que diferencian lo malo de lo bueno: ‘alimentos malos - alimentos buenos’. “La mente se relaja cuando se calman las voces y cesan las contradicciones”, explican.

Hambre emocional

Por último estaría el hambre emocional, que se da cuando la comida se utiliza para rellenar vacíos emocionales: “cuando nos sentimos solos, abatidos, en caso de pérdidas, rupturas y contratiempos”.

Según explica la directora técnica de Origen, Pilar Conde, todos hemos pasado en algún momento por estos tipos de hambre: “Es muy habitual utilizar el efecto de calma que reportan ciertos alimentos para regularnos cuando tenemos estrés, ansiedad o preocupaciones”.

Además, añade que no son exclusivas de una edad determinada: “Las reacciones emocionales empiezan desde que nacemos y en la adolescencia se van dotando de complejidad e intensidad, dependiendo de muchos factores como el carácter, la emotividad, la personalidad… y de las herramientas que conozcamos para gestionarlas”.

Según la experta, contar con estas herramientas resulta fundamental para diferenciar entre los distintos tipos de hambre y las maneras de comer, ya que de lo contrario aparecerá la dificultad para decidir de manera consciente si queremos dejarnos llevar o no por el impulso del hambre emocional. Por todo ello, si lo que se desea es cambiar de hábitos y mantener una relación saludable con la comida, desde estos centros recomiendan un tratamiento multidisciplinar basado en la medicina, la nutrición y la psicología.

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