El Consejo de ministros del Gobierno de España aprobó este martes la constitución de una primera sociedad mercantil de terapias avanzadas (como las CAR-T): una colaboración entre el sector público y el privado con el fin de desarrollar y comercializar medicamentos y terapias innovadores y emergentes.
La iniciativa, adscrita al PERTE de Salud de Vanguardia, nació con el objetivo de llegar a la autorización y comercialización de dos terapias avanzadas en 2027 fabricadas en España. Estos fármacos se ofrecerán al Sistema Nacional de Salud con un precio "competitivo", teniendo en cuenta que se trata de medicamentos muy costosos.
Las 'llaves' del sistema inmune
La terapia CAR-T, que es una de estas terapias avanzadas, se conoce también como terapia de células T con receptores quiméricos de antígenos (CAR-T). Como explica la Sociedad Americana del Cáncer en su portal web, consiste en una forma de hacer que un tipo de linfocito o glóbulo blanco (una célula inmune) luche contra el cáncer, alterándola en un laboratorio para que pueda encontrar y destruir a las células cancerosas.
Si queremos entender entender cómo funciona esto, es necesario tener en cuenta cómo el cuerpo es capaz de reconocer las sustancias extrañas (bacterias, virus...) en el cuerpo que constituyen una amenaza y, por tanto, debe combatir. Para llevar a cabo esto, las células T cuentan con una serie de proteínas que recubren su superficie; estas proteínas, increíblemente variadas, tienen formas muy específicas de manera que pueden unirse sólo con moléculas concretas, de un modo similar a una llave con una cerradura. Las proteínas presentes en las células T se conocen como receptores y la molécula específica que actúa como llave se llama antígeno.
Pues bien, en virtud de los distintos de receptores que posee, podría decirse que el sistema inmune cuenta con una suerte de 'librería' de antígenos que le permite responder rápidamente ante cualquier peligro.
En qué consiste la terapia CAR-T
El caso del cáncer es algo complicado. Las células cancerosas también contienen sustancias que pueden operar como antígenos, pero dado que proceden del propio cuerpo, y gracias a varios complejos mecanismos, al sistema inmune le cuesta mucho generar receptores para ellos. Debido a ello, las células tumorales suelen lograr eludir la acción del sistema inmune.
Aquí es donde la terapia CAR-T puede marcar la diferencia. Lo que se hace, en este caso, es obtener células T de la sangre del paciente y alterarlas en el laboratorio añadiéndoles un gen que contiene la información necesaria para 'fabricar' un receptor que se active con alguna molécula presente en las células tumorales de esa persona.
Lógicamente, esto es tremendamente específico, y depende en buena medida de las características de cada tumor. Por ejemplo, en ciertos casos de leucemia o linfoma, en los que ya existe cierta experiencia en el uso de terapias CAR-T, se modifica los linfocitos T para que fabriquen receptores para un antígeno llamado CD19; estas células no funcionarían contra un tumor que no contenga este antígeno.
¿Cómo lo vive el paciente?
De cara al paciente, esto conlleva una serie de procesos. Por un lado, para la extracción de los linfocitos se emplea una técnica llamada leucoféresis. Este procedimiento implica la aplicación de dos vías intravenosas; a través de una de ellas se extrae sangre y se separan los glóbulos blancos para, posteriormente, devolver el resto de la sangre por la otra.
Posteriormente, las células T se envían al laboratorio, donde se modifican y se multiplican hasta un número suficiente mediante un sistema que puede llevar varias semanas.
Finalmente, antes de proporcionar la terapia al paciente, muchas veces se administra quimioterapia suave. Lo que se busca es reducir el número de células inmunes (ya que las células modificadas tendrán más probabilidades de activarse y multiplicarse de esta forma) pero dejando un número suficiente de células cancerosas en el organismo como para que los linfocitos alterados puedan 'toparse' con ellas.
Posibles riesgos graves
Las terapias CAR-T han mostrado una prometedora eficacia frente a ciertos tipos de cáncer muy difíciles de tratar. Sin embargo, se reservan para estas situaciones, entre otras cuestiones, porque existe un cierto riesgo de efectos secundarios muy graves o incluso letales.
Por ejemplo, puede producirse una patología llamada síndrome de liberación de citoquinas. Cuando las células T modificadas se multiplican, podrían liberar a la sangre grandes cantidades de una sustancia llamada citoquinas que estimula la función del sistema inmunológico.
También se han registrados casos de daños graves en el sistema nervioso (incluyendo convulsiones, cambios en la conciencia, dificultades para hablar, problemas de equilibrio), reacciones alérgicas, desequilibrios de minerales en la sangre, riesgo aumentado de infecciones graves o recuentos bajos de células sanguíneas.
Aún teniendo en cuenta todo esto, no debemos olvidar que se trata de una herramienta muy poderosa, especialmente para luchar contra algunos de los cánceres más difíciles y resistentes. Toda decisión encaminada a aumentar su disponibilidad y accesibilidad, por tanto, suma a las esperanzas de pacientes que, en otro tiempo, hubieran sido intratables.
Referencias
American Cancer Society. Terapia de células CAR-T y sus efectos secundarios (2024). Consultado online en https://www.cancer.org/es/cancer/como-sobrellevar-el-cancer/tipos-de-tratamiento/inmunoterapia/terapia-de-celulas-t.html el 13 de marzo de 2024.
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