Se me saltaban las lágrimas este martes al ver en el Senado como se retomaban las sesiones de control al gobierno en la Cámara Alta. Y se me volverán a saltar esta mañana cuando vuelva a ver los cara a cara en el Congreso con lo que ya podremos decir de manera oficial: "¡Ahora sí! Ya estamos en la XII Legislatura".

Corría el otoño de 2015, otra vida, cuando el gobierno se dejó controlar por última vez. Y como luego ya entró ‘en funciones’ se acabó el entretenimiento de los miércoles a las 9 y de los martes a las 4. Eso sí: todavía estamos esperando a que el Tribunal Constitucional decida si un ejecutivo que no está en pleno ejercicio puede o no puede ser controlado por una cámara diferente al que lo eligió. Pero al Constitucional ya sabemos que le podemos pedir peras antes que prisas.

Una sesión de control es ese momento parlamentario que tiene su propia liturgia y que consiste en que uno pregunta breve al Presidente del Gobierno o al ministro de turno ciñéndose a lo que pensó en su día que era actualidad pero que a lo mejor ahora es más antiguo que la primera temporada de Cuéntame. El que responde contesta sin muchos juegos florales, casi como con desgana, levantando el micro que hay en cada escaño del banco azul. El que preguntó vuelve a tener el turno de palabra por segunda y última vez para desahogarse y preguntar lo que de verdad quería preguntar pero que el reglamento de la cámara no le dejó por aquello de registrar las preguntas con dos o tres siglos de antelación no vaya a ser que con la agilidad y velocidad parlamentaria le pueda dar un síncope a alguien. Y finalmente cierra el que responde, sin tener que contestar precisamente a lo que le han preguntado con alguna consigna, andanada verbal o directamente zurriagazo. Así se clausura este mini Mayweather Vs. Pacquiao con uno más ancho que largo por haber calentado a los propios, y con el otro más largo que ancho porque detrás de su respuesta, el resto es todo campo: ya nadie le va a replicar.

Nada que ver nuestras sesiones de control, con otras mucho más animadas como las de la Cámara de los Comunes en el Reino Unido: allí parece que se van a lanzar un «eso no me lo dices en el Támesis». La gente jalea, patalea, anima al suyo o al contrario y luego todos aplauden. Estas sesiones de descontrol nos van a servir en todo caso esta legislatura para medir la electricidad del nuevo tiempo político. Convendrá estar muy atentos para ver como se dirime la lucha por el liderazgo de la oposición entre PSOE y Unidos Podemos, para ver como Ciudadanos se diferencia del PP en las formas y luego ya veremos si en los votos y sobre todo para ver si eso de la legislatura del diálogo y el consenso se nota en algo en unas sesiones en las que no se suele dialogar mucho porque son más bien dos monólogos superpuestos.