ISASAWEIS. ESCRITORA Y BLOGGER
OPINIÓN

Por si nunca más ves caer la nieve

Segundo consultorio Isasaweis
Segundo consultorio Isasaweis
20minutos
Segundo consultorio Isasaweis

No todos los juguetes éramos iguales. Nosotras llegamos de Alicante en un camión y nos colocaron en la parte trasera de la tienda.

El escaparate era para las muñecas que habían venido de Alemania. La mañana que las sacaron de los embalajes, Dueño y Dueña se veían exultantes, ¡serían las muñecas del verano! Dolly Party se llamaban, tenían el pelo de colores y llevaban un bolso con distintos accesorios entre los que había unas sandalias, un iPhone, una pamela y un perro de aguas. Mi favorita era Dolly Party Purple, con su melena violeta y sus ojos azules. De haber podido elegir qué muñeca sería, habría elegido ser ella.

Desde mi balda veía las bolas de cristal con nieve cuya figurita del interior variaba según la época: en Navidad eran renos, abetos o muñecos de nieve, en San Valentín parejas y corazones, y luego estaban las de pueblecitos y edificios que se vendían durante todo el año. De vez en cuando alguien cogía una y la volteaba, y la dejaba de nuevo en el estante, y yo veía cómo caían los copos de nieve y pensaba que era bonito porque llevaban felicidad a los hogares.

En la columna estaban los osos azules desde hacía mucho tiempo. Un día Dueña dijo que estaba cansada de verlos y Dueño bajó el periódico, arrugó el morro y continuó leyendo. Entonces les pusieron la etiqueta roja y esa semana se los llevaron a todos.

Nadie quería que le pusieran la etiqueta roja, acababas siendo un regalo de compromiso. Quien te compraba no te valoraba como para pagar el precio original y quien te recibía lo sabía, sobre todo si Dueña no quitaba la etiqueta roja antes de envolverte, y solías acabar relegado en algún cajón, o te convertías en un regalo reciclable de esos que deambula de casa en casa y nunca consigue quedarse en una.

Pero sin duda, peor que la etiqueta roja era acabar en las cajas sorpresa. Las cajas sorpresa las hacían Dueño y Dueña un par de veces al año, cuando llegaban las flamantes novedades a copar los primeros puestos de las estanterías y retiraban entonces los juguetes que no se habían vendido. Los metían en cajas e iban a parar todos a una cesta de paja en la entrada de la tienda. Dueña sacaba el letrero de 1 euro y lo pinchaba en la cesta y no había persona que pasara por la juguetería a la que ella no ofreciera con la mejor de sus sonrisas la suerte de llevarse un juguete sorpresa por tan solo una moneda.

En el tiempo que estuve allí, me cogieron nueve veces, una incluso llegué hasta la caja, pero me cambiaron por una Dolly Party. Soñé con la habitación de aquella niña durante meses y maldije mi existencia y deseé haber nacido en Alemania y tener el cabello violeta.

Un día Dueño y Dueña vendieron la juguetería, que se convirtió en un Starbucks, y yo eché de menos mi estantería y nunca más vi caer la nieve... Ojalá hubiera retenido aquella sensación.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento