ISASAWEIS. ESCRITORA Y BLOGGER
OPINIÓN

Hoy va a ser un gran día

Consultorio Isasaweis: música para correr
Consultorio Isasaweis: música para correr
20minutos
Consultorio Isasaweis: música para correr

Hace tiempo que dejé de desayunar delante del ordenador contestando los primeros e-mails y sin darme cuenta de lo que estaba comiendo y que decidí que me iba a conceder ese rato antes de comenzar la jornada de trabajo. Así que cada mañana a primera hora, entro en mi cocina para llevar a cabo el ritual de todos los días.

Empiezo poniendo la cafetera italiana porque es lo que más tiempo tarda. Lleno el depósito de agua rebasando el agujerito que delimita el máximo, a sabiendas de que no se debe superar, pero quiero hacer la mayor cantidad de café posible y aun a riesgo de llevarme algún día un susto (que no se me ocurre qué tipo de susto sería) llevo haciéndolo así toda la vida. Echo el café, cierro sin ejercer mucha presión, porque si lo hago luego no hay quien la abra, y la coloco sobre la vitrocerámica.

Ahora cojo el pan. Suelo comprar algún pan artesano elaborado con harinas integrales, semillas y frutos secos. Un pan como los de antes, del que me fío más, porque como dice mi madre "al pan de hoy ¡qué le echarán que se pone blanco por el centro!". Corto un par de buenas rebanadas y lo meto en el tostador.

Mientras se hace el café y se tuesta el pan, preparo mi zumo de pomelo, limón y jengibre fresco. Sí, tal cual, amargo, ácido y picante, y no sé si es porque me he acostumbrado al sabor, pero ¡me encanta! Además yo nunca me pongo mala y he decidido atribuirle el mérito a mi zumo mañanero.

Luego saco mi rallador de Ikea, que es un tupper con una tapa que sirve para rallar, y me parece muy práctico, porque rallas el tomate y toda la pulpa cae en el recipiente, y si haces de más lo tapas y lo guardas en la nevera. Rallo un par de tomates bien maduros, añado un poco de aceite de oliva virgen extra y lo mezclo.

En este rato ya ha salido el café y el pan está listo y la cocina huele a esa mezcla embriagadora de pan tostado y café recién hecho.

Saco una de mis tazas de desayuno, que las llamo tazas de desayuno como podría llamarlas calderos, y echo dos dedos de bebida de almendras o de soja. Lo meto al microondas y doy al botón del tiempo repetidas veces, digamos que ene. Tengo la mala costumbre de poner un tiempo aleatorio con el temporizador del microondas. Da igual lo que meta y da igual el tiempo que necesite, le doy ene veces, estoy pendiente y lo apago cuando me parece. La experiencia me ha dado buen ojo y ya sea una taza con dos dedos de leche o un bol de crema de calabacín, lo clavo. Malo será el día que me llamen por teléfono y se me pase que tengo el microondas encendido. Pero qué le voy a hacer, taras que tiene una.

Y por fin me siento, con mi zumo, mi café, mis tostadas... a veces un poco de jamón o huevos o aguacate o queso fresco, y dedico los siguientes 20 minutos a disfrutar el desayuno, a mirar por la ventana y a pensar. Hoy va a ser un gran día.

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