IRENE LOZANO. ESCRITORA Y DIRECTORA DE THE THINKING CAMPUS
OPINIÓN

Dos mujeres que se aman ya no son una rareza a celebrar

Periodista, escritora y política.
Periodista, escritora y política.
JORGE PARÍS
Periodista, escritora y política.

Están los amores prohibidos y están los amores difíciles. Seguí vuestra peripecia, queridas Jimena y Shaza, convencida de que un amor ilegalmente complejo, como el vuestro, o difícilmente prohibido -se podría decir-, por fuerza no podía acabar bien. Dos mujeres que se aman ya son una rareza a celebrar: como en casi todo, los hombres han ocupado el espacio público también en el amor homosexual, y se nos dan a conocer mucho más sus historias que las de las lesbianas. Que tú, Jimena, seas hispano-argentina y tú, Shaza, una mujer egipcia, constituye un exotismo del mundo global que añade dificultad al amor. Lo de Romeo y Julieta -que fue de traca- ocurrió sin salir de Verona, pero tres países en dos personas, sumados a tu domicilio en Londres, la odisea de vuestro viaje a Emiratos Árabes, y el final feliz de vuestra boda a celebrar en Torrox (Málaga) convierte el vuestro en un genuino amor sin fronteras; un alegato contra los Trump de este mundo que se empeñan en enfrentarnos, pese a ser a todos primos, procedentes de aquellos 10.000 homo sapiens africanos -homo arriba, homo abajo- de donde salimos toda la humanidad.

Precisamente en Dubai, uno de esos emires cuya evolución se detuvo en la fase de dinosaurio, ha decidido que en su país no haya homosexuales y, con la inestimable colaboración de tu padre, Shaza, os denunció para estar a la altura de guardián de las esencias que se espera de todo macho alfa. Seguramente le parece que deshonras a la familia y, en cambio, llevaría como un blasón de honor el haber puesto a su propia hija entre rejas por amar a quien no debe. Por eso no dudó en engañarte, querida Shaza, con el señuelo de que tu madre estaba enferma, para que viajarais hasta donde os pudiera denunciar a sus anchas. Después de volar a Georgia y entrar ilegalmente en Turquía, os detuvieron. Os perdimos la pista y estuvimos varios días en vilo, temiendo lo peor.

Cuánto nos hemos alegrado de que al fin seáis libres. De una tacada, habéis burlado la legislación homofóbica de los Emiratos Árabes, a los tiranos domésticos y a los Trump de este mundo. Por si esto fuera poco, habéis contravenido las normas literarias de los amores prohibidos, que piden un final trágico. Como corresponde a los amores difíciles, habéis decidido casaros. Así que "seréis felices y comeréis perdices", un final que ya nunca sucede en el teatro, sólo en la realidad.

Pues enhorabuena

Irene Lozano

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