HELENA RESANO. PERIODISTA
OPINIÓN

Diplomacia de pista de baile

El exembajador de EE UU en España, James Costos, durante un desayuno informativo de Nueva Economía Fórum.
El exembajador de EE UU en España, James Costos, durante un desayuno informativo de Nueva Economía Fórum.
SERGIO BARRENECHEA / EFE
El exembajador de EE UU en España, James Costos, durante un desayuno informativo de Nueva Economía Fórum.

Este fin de semana me he leído el libro de memorias del exembajador de Estados Unidos en España James Costos. Un hombre que apenas sabía nada de política pero que por circunstancias personales acabó implicándose en la campaña de reelección de Obama y después, conseguida la reelección, fue nombrado embajador. Un hombre que no pertenecía a la carrera diplomática pero que entendió muy bien en qué consistía: poner en contacto a gente de diferentes ámbitos para lograr mejorar los intereses de su país y los intereses del país que le acogió durante unos años.

Organizó cenas, encuentros, debates, y fiestas, muchas fiestas, para conseguir que gente que pertenecía a círculos diferentes, a espacios diferentes, se conociera. En cada evento que le tocó organizar siempre buscaba generar curiosidad entre sus invitados y dar la oportunidad para que alguien que no estuviera en la esfera del poder lograra llegar a explicar su proyecto, su idea, su sueño. Esta era su pasión y luego estaba el deber: apagar fuegos, controlar crisis, escuchar reproches y tirar de las orejas a algún que otro político inoportuno.

El libro cuenta mil anécdotas, de gente muy conocida, cuenta cómo vivió noticias con las que abríamos informativos durante aquella época. Pero lo más interesante es descubrir cómo alguien que no tenía ninguna necesidad de entrar en política, de implicarse en un proyecto presidencial ni de entrar en campaña decide involucrarse porque considera que su aportación ayudará a una parte de la sociedad. Su compromiso con la comunidad LGTBI le llevó a dejar un puesto de directivo en HBO y reinventarse como embajador. Soportar críticas o desplantes a cambio de intentar tender puentes para que dos países que son socios lleguen a conocerse mejor, entiendan que pueden crecer juntos si se ayudan mutuamente. Lo hizo rompiendo reglas, rompiendo clichés, haciendo las cosas de otra forma, no siguiendo ese estricto y rígido protocolo político. Logrando avances de otra forma. Lo llamaron la diplomacia de la pista de baile.

Debatimos mucho sobre si la actividad política está desprestigiada, si hay que profesionalizarla, si hay que pedir un mínimo de preparación, si a esto realmente llegan siempre los mejores. En estos tiempos en los que cuesta tanto que los políticos se escuchen entre ellos, que acepten hablar, ya no digo ni siquiera entenderse, hablar, puede que haga falta que llegue gente de otros ámbitos para lograr hacernos ver las cosas desde otros puntos de vista.

"La innovación surge de encontrar nuevos puntos de vista". Es lo que dijo en uno de sus discursos de bienvenida a una de sus cenas James Costos. Pongámosla en práctica porque falta nos hace.

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