HELENA RESANO. PERIODISTA
OPINIÓN

La digestión electoral

El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, interviene en la clausura de un acto público del PP en Santander.
El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, interviene en la clausura de un acto público del PP  en Santander.
EFE
El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, interviene en la clausura de un acto público del PP en Santander.

Quedan 12 días para las elecciones y todo está abierto. Seguimos en el mismo debate que hace dos meses, tres, cuatro, con mucho ruido y con pocas propuestas y, mientras, nuestros vecinos europeos empiezan a calentar motores para lo que vendrá justo después, las elecciones europeas.

En medio, como un sándwich, las autonómicas y municipales, y el hastío empieza a ser tan grande, que ya todo nos suena a lo mismo. Y ojo, no lo es. Deberíamos de pedir que nos explicaran bien alto qué proyecto propone cada uno para nuestra ciudad, para nuestra comunidad, para nuestro país y, lo más importante, para lo que queremos que sea Europa a partir de ahora, cuando el Reino Unido ha puesto la casa patas arriba y ha hecho tambalearse al proyecto de la Unión.

Todos los analistas y organismos internacionales coinciden en que una de las causas que ha puesto a la economía de la zona euro en situación de riesgo es el brexit, con sus idas y venidas.

Algunos parece que han tomado buena nota de lo que ha pasado en estos años. Del caos que ha provocado la arriesgada e irresponsable propuesta que hizo David Cameron para salir del atolladero político que tenía en su gobierno.

Una parte importante de su partido cargó las tintas contra el lastre que suponía seguir dentro de la Unión Europea, y encontraron en Bruselas el culpable de todos sus males, de sus políticas domésticas y de las que no lo eran.

Así que propusieron, sin medir las consecuencias, que los británicos votaran poder salir de la Unión. Y aquí estamos ahora mismo: sin una salida pactada, sin un acuerdo firmado porque nada les convence, y con Europa armándose de planes de contingencia y de mucha paciencia para asumir lo que pueda venir.

Y en medio, sí, unas elecciones europeas, en mayo. Toca escuchar qué van a proponer cada uno. Y es curioso el giro de 180 grados que ha hecho Marine Le Pen. El lunes (antes de que toda la atención se centrara en el incendio de Notre-Dame) presentó su programa electoral para las europeas y anunció que renunciaba definitivamente al frexit, a la salida de Francia de la Unión Europea.

Admitió que la propuesta con la que concurrió a las elecciones de 2014 fue una equivocación, y según sus palabras, había aprendido de los errores. No es que haya abrazado ahora el proyecto de Bruselas, lo que propone Le Pen es ir a las instituciones europeas para cambiarlas desde dentro, para que la Comisión Europea, por ejemplo, acabe siendo un mero secretario sin poder legislativo.

Quiere poner la zona euro al servicio de la economía francesa y rediseñar el mandato del Banco Central Europeo. Propuestas que suponen efectivamente redefinir el proyecto sobre el que se basa la Unión Europea: no se trata de irse de un portazo, sino quedarse para cambiarlo desde dentro y hacernos un traje a medida. Bueno. Cada partido propone su programa y cada ciudadano decide qué programa le convence más.

Así que sí. Estamos cansados de esta eterna campaña electoral en la que los partidos nos han metido y en la que parecen que se sienten muy cómodos. No hay que gobernar, solo atacar. No hay que proponer nada, solo derribar lo que hace el de en frente. Tenemos por delante muchas citas, en nuestra mano está si queremos pasarnos luego 4 o 5 años quejándonos de lo que hacen los políticos.

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