GONZALO BERNARDOS. ANALISTA DE ECONOMIA PARA TI
OPINIÓN

El 'bitcoin': una nueva burbuja especulativa

GONZALO BERNARDOS. ANALISTA DE ECONOMIAPARATI.COM
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Los inversores constituyen un conjunto muy heterogéneo de personas que aplican estrategias muy diferentes. Entre otros aspectos, estas pueden basarse en unos sólidos conocimientos, las experiencias personales previas, el sentido común e incluso la envidia. En la actualidad, muchos de los que invierten por los dos últimos motivos y no valoran adecuadamente el riesgo contraído han adquirido recientemente bitcoins u otra criptomoneda.

Su sentido común les lleva a pensar que, en materia de inversión, el futuro es una repetición del pasado. Por tanto, si hasta ahora el bitcoin ha subido mucho, en los próximos tiempos volverá a hacerlo y lo hará en un porcentaje similar. Dado que en 2017 su cotización se revalorizó en un 1.490,13%, en 2018 tienen la expectativa de obtener ganancias espectaculares. Es una creencia tan común y tan errónea que la CNMV obliga a poner a las entidades comercializadoras de fondos de inversión la frase: "Las rentabilidades pasadas no garantizan las futuras".

Los que han comprado bitcoins llevados por la envidia lo han hecho porque conocen a parientes, amigos o compañeros de trabajo que están ganado mucho dinero con la criptomoneda. Casi cada vez que los ven, les indican sus elevadas y crecientes ganancias, así como lo fácil y rápido que ha sido obtenerlas. Si no los imitan, tienen la sensación de que están haciendo el tonto, pues están desaprovechando una gran oportunidad.

A estos últimos, quiero ofrecerles dos consejos. El primero es que las verdaderas ganancias son las que se obtienen con la venta del activo. Si aún no han vendido los bitcoins, lo que están obteniendo son plusvalías potenciales. Dada la elevada volatilidad de la cotización de las criptomonedas, aquellas pueden desaparecer casi de la noche a la mañana. El segundo es que en este país casi nadie cuenta nunca lo que ha perdido y en qué lo ha hecho; en cambio, muchos esparcen a los cuatro vientos y exageran sus ganancias.

Desde mi perspectiva, las criptomonedas tienen muchas virtudes para sus poseedores. Entre ellas, destacan la gran seguridad que ofrece la tecnología blockchain a las transacciones online, la aceptación en la compra de un creciente número de activos, bienes y servicios, y la existencia en el caso del bitcoin de una cifra máxima de unidades (21 millones).

No obstante, tengo grandes dudas de que las divisas digitales de la próxima década, las que complementarán a las convencionales, sean las criptomonedas actuales. La rápida mejora de la tecnología me induce a pensar que aparecerá una nueva que sustituirá a la conocida como blockchain. Si así sucede, el bitcoin podría desaparecer y desmentir que, debido a su limitada oferta, es el oro del siglo XXI, tal y como afirman algunos analistas.

En la actualidad, su utilidad como divisa es escasa. Su elevada volatilidad impide que pueda ser considerada un buen depósito de valor y obstaculiza que tenga una aceptación similar a la de las monedas convencionales en la compra de activos, bienes y servicios. En el pasado año, el bitcoin tuvo subidas y bajadas diarias del más del 30%, un aspecto que provocaba que un piso cuyo valor de venta estuviera cifrado en dicha moneda pasara rápidamente de ser una ganga a estar sobrevalorado, y viceversa.

Las anteriores razones, unidas a la inexistencia de respaldo por parte de ningún banco central y a la creciente oferta de criptomonedas similares, me llevan a pensar que en torno al bitcoin se ha formado una gran burbuja especulativa. Su valor actual únicamente se sustenta en la elevada confianza de los inversores en su futuro, una característica que hoy posee y mañana puede evaporarse. Ni tan solo tiene el valor agrícola que los bulbos de tulipanes tenían en la Holanda del siglo XVII (una de las primeras burbujas de la historia).

En definitiva, si tiene bitcoins y gana dinero con ellos, no se lo piense dos veces: véndalos. Si no los posee, créame que cuanto más vale un activo basado en un intangible (la confianza), más caro está. Por tanto, menos posibilidades tiene de subir y más de bajar su cotización.

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