FERNANDO FERRANDO
OPINIÓN

Voluntad política para afrontar la emergencia climática

Fernando Ferrando, presidente de la Fundación Renovables.
Fernando Ferrando, presidente de la Fundación Renovables.
FUNDACIÓN RENOVABLES
Fernando Ferrando, presidente de la Fundación Renovables.

Para alcanzar el objetivo globalmente aceptado de lograr una descarbonización total de la economía para 2050 es vital que España aumente la ambición en electrificación y se dirija hacia un escenario 100% de reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero respecto a 1990 para mediados de siglo.

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Hay tres factores de peso para apostar por un sistema 100% renovable en 2050, como hace el borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC): nuestra dependencia energética, que es la mayor de Europa; nuestra privilegiada disposición de recursos renovables y el hecho de contar con un tejido empresarial con gran experiencia.

Esta legislatura tiene la obligación de afrontar la 'emergencia climática': aumentar la ambición del PNIEC, aprobar la Ley de Cambio Climático y Transición Energética y sacar adelante la normativa pendiente para facilitar el ejercicio del derecho al autoconsumo compartido. Desde la Fundación Renovables proponemos que se haga a través de un Pacto Nacional.

La clase política debe dejar de lado posiciones partidistas para que las estrategias en materia climática y energética perduren en el tiempo más allá de quien esté o no en el Gobierno. Tenemos la ocasión de convertir en una oportunidad la necesidad de acelerar una transición energética ineludible y el consecuente cambio de modelo productivo y de relación social con la energía.

Se debe hacer con el compromiso de todos, desde consumidores a empresas y, por supuesto, con el diálogo y el consenso de todas las fuerzas políticas. Nos jugamos el futuro de muchos sectores productivos cuya estructura operativa y de producto no va a ser posible mantener en el futuro, como el sector automovilístico, con el abandono de los combustibles fósiles; la industria electro intensiva, con la necesidad de reducir costes energéticos; la industria en general, asumiendo la eficiencia como principio, o la agricultura y la ganadería, con la gestión del agua.

Es necesario también actuar sobre la configuración urbana de nuestras ciudades, para que dejen de ser sumideros energéticos y focos de emisiones. Sobre todo, hay que considerar a la energía como un bien escaso pero básico y no solo un negocio.

En nuestras manos está exigir que nuestros representantes asuman el reto. Ya no hay tiempo. No podemos esperar otros cuatro años para volver a exigir un comportamiento ético y justo, con el presente y con futuras generaciones. El futuro será renovable o no será. Sólo hace falta valor y voluntad política.

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