CHARO RUEDA. PERIODISTA
OPINIÓN

Consumir como si no hubiera un mañana

Compras en una pescadería del Mercado de la Boquería de Barcelona.
Compras en una pescadería del Mercado de la Boquería de Barcelona.
Toni Albir / EFE
Compras en una pescadería del Mercado de la Boquería de Barcelona.

Leo en un estudio de Deloitte, que nos cuenta lo que solemos hacer los españoles, que estas Navidades cada hogar se gastará una media de 601 euros en regalos, ocio y alimentación y que somos el segundo país europeo con mayor intención de gasto navideño, solo superado por el Reino Unido.

601 euros ¿es mucho?, ¿es poco?, ¿es una cantidad normal? Si la mayoría de países del entorno no se los gastan, no será normal ni poco; y más teniendo en cuenta que el salario mínimo –que más que en mínimo se está convirtiendo en medio– está en 858,55 euros por mes. Sí, es una media, habrá quien quintuplique esa cifra y habrá quien no se pueda permitir ni el pavo de Nochebuena.

Pero si los salarios no se han restablecido desde antes de la crisis, los recortes han sido asesinos y ahí continúan sus consecuencias, las pensiones –¡ay, las pensiones!– siguen de aquella manera y el precio de los alquileres va camino de hacer burbuja, por poner solo unos ejemplos que atañen a buena parte de la población, no siento yo mucha alegría para el dispendio.

Aunque haberlo, haylo y ahí están las calles llenas de personas con bolsas entrando y saliendo de los comercios, consumiendo en estas fechas como si no hubiera un mañana.

A riesgo de ser aguafiestas, les propongo que hagan caso de las numerosas iniciativas que buenas gentes han puesto en marcha para llamar nuestra atención y que no caigamos en el desenfreno navideño, en ese ‘consume hasta morir’. Es difícil, sí, las tentaciones están por todas las esquinas, pero se puede cambiar el chip y comprar con conciencia.

No se me echen encima, que no quiero cargarme el consumo. Consumo sí, pero con cabeza; es lo que dicen las organizaciones promotoras de esas iniciativas de la economía social, de la economía circular y colaborativa que piden que, a la hora de regalar, optemos por alternativas que garanticen los derechos humanos y la protección del medioambiente y que lo que compremos haya sido producido en condiciones de igualdad y sin dañar nuestro entorno natural. Y hay muchas, cada vez más, así que es muy fácil encontrarlas en internet.

Hay también redes ciudadanas que trabajan para reducir el desperdicio de alimentos, principalmente en los hogares, lamentablemente muy habitual en estas fechas. Son organizaciones que ofrecen recursos para no tirar la comida y ponen en contacto a personas que quieren entregar alimentos con quienes los necesitan.

La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura alerta continuamente de que un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o se desperdicia en todo el mundo, lo que equivale a cerca de 1.300 millones de toneladas al año. Ténganlo en cuenta.

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