CARLOS GARCÍA MIRANDA. ESCRITOR
OPINIÓN

¿Los medios le hemos hecho la campaña a Vox?

Santiago Abascal, en un acto de campaña en Vitoria.
Santiago Abascal, en un acto de campaña en Vitoria.
EFE
Santiago Abascal, en un acto de campaña en Vitoria.

No hacen falta ni encuestas ni videntes para saber que Vox tendrá voz y voto en el escenario político de nuestro país tras las elecciones. Lo habrá conseguido en un tiempo récord, con una campaña baratísima basada en el "me gusta" en redes sociales.

Internet ha revolucionado el mundo conectando a gente con intereses comunes; gracias a Facebook se han encontrado los fans del Manga, los del real food y los españoles de bien que quieren tener armas para defenderse.

A pesar de que esta ha sido la verdadera vía de comunicación de la nueva ultraderecha que está poniendo en jaque la libertad en el mundo, son muchos los que dicen que la culpa es de los medios de comunicación por hacerles la campaña gratis.

En mi caso, he dedicado más de una columna a resaltar la falta de bondades de los de Abascal, pero no tengo claro si les enfadaron o las tienen en la sede enmarcadas junto al resto de artículos de prensa que los critican.

¿Fue un acierto escribir sobre la amenaza de la ultraderecha? Antes de teclear, leí lo que habían hecho los medios de Estados Unidos, Italia Brasil, Francia y otros países golpeados por este revival ultra. La conclusión que encontré fue que ninguno tenía claro cuánta culpa era atribuible a las portadas que destinaron a su avance, aunque sospechaban que haberlo silenciado tampoco habría sido un acierto.

Y no lo habría sido porque el debate que Vox va a llevar al Congreso estaba en la calle desde… siempre. Ya había gente racista, misógina, homófoba, católica mal entendida y muy española (también eso mal entendido) mucho antes de que Abascal fundara su partido.

Lo único que Vox hizo fue poner la oreja en esos grupos que hablan a gritos en los bares con el suficiente número de cañas como para dejar de tener reparos frente a lo que se debe o no decir. Gente que está convencida de que hay unos que se merecen más derechos que otros.

Lo creen así por educación, por falta de ella o porque la crisis nos puso a todos una soga al cuello y ha corrido el bulo de que cerrar las puertas al progreso evitará tenerla de nuevo.

El partido de Abascal no ha venido a meter ideas en la cabeza de nadie. Lo que sí ha hecho es decir que no hay por qué avergonzarse de declararse partidarios de ideologías que rozan los límites de la Declaración de Derechos Humanos.

La política ultra ha dado barra libre para individualizar la moral, quizás porque en este tiempo de crisis y desencanto que nos ha tocado vivir es difícil saber lo que está bien y lo que está mal; para muestra, los muchos premios que se han llevado los corruptos.

Por el momento, la debacle tiene más de amenaza que de realidad y la democracia aún sigue en pie. El 28 de abril habrá una nueva oportunidad para marcar los límites con la única arma que todos tenemos derecho a llevar encima: el voto.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento