Que Pedro Sánchez intentaba agotar la legislatura era un secreto a voces. Como mucho, se especulaba con un adelanto electoral a otoño de 2019 si no se aprobaban los Presupuestos. Nadie contaba con elecciones en abril.

¿Por qué Sánchez eligió el 28-A? Los analistas defienden que porque las encuestas le eran más favorables a Sánchez a raíz de la foto de los líderes de PP, Cs y Vox en la concentración por la unidad de España. Discrepo de este planteamiento, primero, porque entre esta imagen y el anuncio de elecciones no dio tiempo a encargar sondeos y, segundo, porque de ser así las hubiera convocado incluso antes. Margen, aunque escaso, había.

La clave del 28-A está en Manual de Resistencia, en el que Sánchez confiesa que le "dolió" que los "líderes autonómicos" desconfiaran de él cuando negociaba los pactos tras las anteriores elecciones, teniendo en cuenta que él les dio "carta blanca" para que, en sus respectivos territorios, dirigieran las negociaciones "como ellos consideraran". Sánchez ya no se fía de ellos, y no tiene todas consigo de que se la vuelvan a liar, más aún tras la "revuelta" que reinició el sector crítico después de que aceptara la figura del "relator" para impulsar el diálogo con los independentistas.

Teniendo en cuenta esta circunstancia, el presidente prefiere anticiparse a las elecciones autonómicas, con el fin de que sus críticos estén entretenidos en defender sus territorios y no tengan la tentación de ponerle alguna piedra en el camino. Con todo ello, el abanico de posibilidades está abierto, las encuestas anticipan un resultado que dificilmente se producirá, las urnas tienen la última palabra y Dios proveerá.