Mi primera impresión tras ver el retuit de Inés Arrimadas y, luego, la nota original de las amenazas fue que era todo un despropósito. Lo primero por la mezquindad del mensaje, pero según tengo entendido y dice la propia Policía Nacional en Facebook, tener pensamientos mezquinos, salvajes o desear el mal a alguien no es un delito. Que lo sean las injurias es otra cosa, y para esto sirve la denuncia en comisaría. Si queremos redes sociales y libertad de expresión, habrá que bregar con casos como este; denunciar y aceptar que la justicia decida si sobrepasan la línea o no. La segunda parte del despropósito: el juicio y sentencia instantánea e implacable de la masa en internet, el clásico ‘linchamiento en la red’. La foto y nombre de la protagonista eran públicos, y escribió en un sitio público, así que debería atenerse a las consecuencias. Pero si lo que ha hecho exacerba a mucha gente, no es raro que se organicen para localizar sus datos y alertar a su empresa –algo que tampoco es delito–. No sé si su despido será legal, procedente o no, pero si su jefe no quiere a una persona así en la plantilla, creo que está en su derecho de prescindir de ella.
Álvaro Ibáñez, editor de Microsiervos
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