ÁLEX GRIJELMO. PERIODISTA
OPINIÓN

Carta a Joaquín Mínguez, capellán

El periodista Álex Grijelmo.
El periodista Álex Grijelmo.
ÁLEX GRIJELMO
El periodista Álex Grijelmo.

Estimado Joaquín Mínguez, capellán del siglo XVIII: Como usted escribió hace tres siglos una carta al más acá, le respondo ahora con una carta al más allá. Que es donde supongo se encuentra usted en estos momentos.

Fue genial su idea de concebir una misiva para el futuro y esconderla en las nalgas huecas de una talla de Jesucristo. Su pronóstico no falló: tardarían siglos en encontrarla.

Según ha contado Efe, usted era capellán de la catedral de El Burgo de Osma (Soria) cuando se conchabó con el autor de una escultura de Cristo para dejar en su interior un auténtico legado de su época. El texto, de dos cuartillas por las dos caras, empezaba lógicamente con la declaración de que la talla se debió a las hábiles manos del artista Manuel Bal, natural de San Leonardo de Yagüe y vecino de Campillo. Imagino que con esa promesa de alcanzar la posteridad le convenció usted de que pusiera el papelito en tan inconveniente lugar.

La escultura tuvo como destino la iglesia de Santa Águeda de Sotillo de la Ribera (Burgos), situada a unas 16 horas a pie desde El Burgo (ahora se puede llegar en apenas una hora de coche). Usted, querido capellán, dató el documento en 1777 y lo escribió con una excelsa caligrafía, quizá para evitar dificultades de comprensión a las generaciones venideras. Y en él deja sellado para el futuro que en aquella época reinaba Carlos III, que en la zona se cultivaban trigo, centeno, cebada y avena, que se daba un buen vino en Tierra Aranda (hoy decimos Aranda de Duero), que la gente sufría de tercianas y cuartanas (calenturas intermitentes) o de tabardillos (insolaciones y fiebres), y que se jugaba a los naipes, a la pelota, a la calva (tirarle piedras a un madero) y a la barra (arrojar ese utensilio de hierro lo más lejos posible); que había Inquisición y que en los pueblos de la zona se contrataban toreros famosos de Salamanca.

La verdad, señor capellán, yo esperaba más de usted. Le acepto como periodista del pasado, pero lo cierto es que no nos da ninguna noticia importante, porque todo lo que cuenta en su nota (salvo el nombre del artista) ya había llegado a nosotros por otras vías. Y además, comete un error: el papa de entonces era Pío VI, y no Clemente XIII como usted escribe (que había muerto ocho años antes). Pero no se preocupe. No le aplaudo la información pero sí su ingenio provocador. Ahora tendremos que mirar en las nalgas de todos los santos para ver qué encontramos. Su mérito real, querido capellán, es habernos descubierto un nuevo soporte informativo.

Un gran abrazo a través del tiempo. Álex Grijelmo

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