Elías Israel Periodista
OPINIÓN

La tormenta perfecta sacude al Madrid

Importante la baja a la que se enfrentaba el Real Madrid en Pamplona, después de que un positivo en coronavirus obligase a Zinedine Zidane a ponerse en cuarentena. Según informó Jugones, después del resultado de una persona del entorno del francés, el técnico tuvo que aislarse a la espera de un PCR que confirme que no está contagiado.
Zidane, cabizbajo.
Importante la baja a la que se enfrentaba el Real Madrid en Pamplona, después de que un positivo en coronavirus obligase a Zinedine Zidane a ponerse en cuarentena. Según informó Jugones, después del resultado de una persona del entorno del francés, el técnico tuvo que aislarse a la espera de un PCR que confirme que no está contagiado.

En apenas una semana al Real Madrid le han volado dos títulos, Supercopa y Copa del Rey, de la manera más humillante. Otro segunda B, con un mérito extraordinario como el Alcoyano, le sacó los colores al trece veces campeón de Europa con un jugador menos y le apeó con merecimiento del torneo del KO. 

Lo peor no es dejarse por el camino dos competiciones sino la sensación de deterioro del proyecto deportivo: una plantilla desigual, no creer en los jóvenes, el error histórico de haber dejado marchar a Cristiano Ronaldo, que ayer se convirtió en el máximo goleador de la historia del fútbol, o la constatación de que el entrenador y el club van por caminos distintos. 

La estrategia del Madrid es fichar jóvenes cuando Zidane no cree en ellos. Es verdad como dice Santi Cañizares que en Chamartín no hay años de transición, pero si no se van competir los títulos, al menos empieza a diseñar tu futuro. Si ese es el plan, por la pandemia, por los 300 millones menos de ingresos, por las obras del Bernabéu, Zidane, que ha sido una bendición para la historia del Madrid, no es el adecuado para pilotar ese cambio.

Para colmo, en esta misma semana, el escarnio se ha multiplicado por el regreso de Jovic, el delantero de los 60 millones, al Eintracht donde marcó dos goles en treinta minutos, los mismos tantos que hizo en año y medio en el Real Madrid. Encima, se conoce el deseo de Martin Odegaard de abandonar la disciplina blanca para buscar minutos y gloria en la Real de nuevo. No son asuntos distintos, sino síntomas inequívocos de que la maquinaria no está funcionando.

Tampoco ayuda esa política de renovaciones tardías, especialmente la de Sergio Ramos y las diferencias abiertas entre Zidane, que pidió celeridad para cerrarlas, y el club, por la enésima partida de póker de Florentino. Conviene no juguetear con las leyendas del club porque eso también resta foco innecesariamente.

Echar ahora a Zidane no parece la solución, porque si hay una mínima posibilidad de que el Real Madrid vuelva es de su mano y en el adn blanco siempre está un retorno inesperado, como ocurrió en el final de la la temporada pasada. Sin embargo, los pasos hacia el cambio, sea cual sea, están siendo lentos y torpes. 

El Madrid va a tener un estadio de ensueño, pero se está quedando sin contenido futbolístico, sin posibilidad de competir económicamente con City o PSG y devaluando a los jóvenes que compró a precio de oro. Por no hablar de los que cedió o vendió para verlos triunfar en otras latitudes. El proyecto deportivo hace aguas, se mire por donde se mire.

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