Borja Terán Periodista
OPINIÓN

'Saber y Ganar': 25 años sin caer en cuatro tentaciones de la tele actual

Imagen celebración 25 años de 'Saber y Ganar'
Imagen celebración 25 años de 'Saber y Ganar'
TVE
Imagen celebración 25 años de 'Saber y Ganar'

El secreto de Jordi Hurtado: chocolate. Pero no un chocolate cualquiera: chocolate negro con 85 por ciento de cacao. Lo comenta, entre risas, el propio presentador en su plató de Saber y Ganar. Porque ya ese estudio es casi su hogar, pues allí lleva trabajando 25 años. De hecho, hoy es el aniversario de aquel 17 de febrero de 1997 donde empezó todo, donde nació un concurso que iba a ser más que un concurso y que roza la inmortalidad televisiva gracias a que no ha caído en cuatro tentaciones que ha ido interiorizando como reglas de oro la televisión en todo este tiempo mientras Hurtado sigue ahí, en La 2, con la energía del primer día. 

1. Tambalear la imagen

Saber y Ganar es un formato de autor. Lleva la firma de Sergi Schaaff, uno de los grandes creadores de la historia de la televisión en España. Su experimentada mirada no se deja guiar por modas instantáneas y tiene clara la narrativa que hace diferente a este concurso de otros. De ahí que Saber y Ganar haya mantenido en sus 25 años sus liturgias escénicas que otorgan más fuerza al programa. Pero lo fácil hubiera sido lo contrario, ya que se podría pensar que como las maneras de consumir la tele han evolucionado quizá Saber y Ganar debería utilizar más movimientos de cámara para atraer a nuevos públicos. Al contrario, su carisma se construye por un juego de encuadres estáticos. Desde el inicio, con la sintonía sonando con un plano general del estudio que muestra hablando a contraluz a los protagonistas del show. En vez de poner una careta animada al uso, se calienta el ojo del espectador mostrando una icónica imagen del estudio que, de paso, plasma los preliminares: el nervio de justo antes de empezar. Así se introduce al espectador en el frenesí del programa. Aunque no se mueva la cámara para dar ese ritmo forzado. No siempre hace falta tambalear la cámara para dar ritmo. Schaaff lo sabe, lo ejerce. Potencia lo que es único y hace distinguido al show. Aunque los planos sean fijos, toda la iluminación, escenografía y tiro de cámaras están coreografiados para transmitir con dinamismo el carácter de los concursantes. Lo relevante, por encima del ruido visual.

2. "Temas fresquitos"

En estos 25 años, los concursos han ido rebajando su intensidad dramática para transformarse en un juego casero entre amigos. Se intenta que el espectador conteste las pruebas desde casa como un participante más. Saber y Ganar, en cambio, continúa su rito de examen que se toma muy en serio las preguntas. Las respuestas no acuden sólo a lo anecdótico o temas "fresquitos" o "ligeros" y priorizan la experiencia de aprender mientras juegas. El espacio no ha desvirtuado su autenticidad que va muy unida al rigor, que se interpreta tanto visualmente como verbalmente. 

3. "Lo riguroso aburre"

El rigor no es aburrido. Riguroso asociado a sopor es errático. Saber y ganar es severo pero, al mismo tiempo, entretenido. Un concurso, además, pionero en comprender que era positivo que los concursantes puedan perdurar en el tiempo. Así la audiencia acaba conociendo no sólo su conocimiento, también su vida. El público empatiza con los protagonistas del juego. Se siente parte de su hazaña. Y el programa permite consumirse en familia, favorece un intercambio de curiosidades generacionales de esa televisión de siempre que se consume de abuelos a nietos. Probablemente, Saber y Ganar une más que otros concursos, porque en épocas mediáticas trepidantes es un espacio tranquilo de ver y da margen de tiempo para conectar con aquellos que se atreven a jugar. Un programa que favorece la escucha, característica con la que también marca la diferencia.

4. ¡Tele-evento!

En este aniversario, Saber y Ganar salta al prime time con una celebración. Pero la tele-evento no siempre va unida a ejercer una especie de 'Eurovisión'. Existen más mecánicos. Y este concurso ha sido siempre hábil para crear acontecimientos que remueven, sutilmente, su rutina con el paso de los años. ' Así, cada temporada, reúne a los mejores del curso en programas especiales. Son los denominados 'magníficos'. Los sabios vuelven a ser retados y la audiencia se reencuentra con sus vidas. Saber y Ganar construye emoción a través de la nostalgia, lejana y reciente. Evoluciona con sus concursantes, pero sin desvirtuar la fórmula maestra de su origen. Esa fidelidad al show se traduce en fidelidad del público, que no falla. Es más, se queda pegado de principio a fin del programa con una constancia a prueba de zapeos. Aunque la cámara no se mueva bruscamente, aunque no haya rimbombantes aplausos. Saber y Ganar es el éxito de confiar en tu personalidad, Saber y Ganar es el éxito de la lealtad.

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