OPINIÓN

El barco de Hamilton hace aguas por todas partes

Lewis Hamilton, en el podio de México
Lewis Hamilton, en el podio de México
EFE
Lewis Hamilton, en el podio de México

Mal se le tiene que dar a Max Verstappen para marrar los 19 puntos de ventaja sobre Lewis Hamilton para no confirmar los que muchos veíamos desde el principio de la temporada: que va a ser campeón del mundo. No perdáis este texto de vista si en Abu Dhabi tenemos octocampeón.

En la Fórmula 1 no se puede dar nada por supuesto, y menos con 100 puntos aún en juego, pero lo cierto es que Verstappen ya gana como los grandes campeones. Es más: se puede decir que gana a lo Hamilton, con carreras aburridas y sin acción.

Porque más allá del show del padre de Sergio Pérez, del hijo de Sergio Pérez, de la tía Marta de Sergio Pérez y del panadero de Sergio Pérez, el GP de México no dio para mucho. Una salida memorable de Verstappen, una nueva pifia estratégica de Mercedes y un Hamilton absolutamente impotente en un circuito vestido de Red Bull.

No es la primera vez que al equipo campeón se le ven las costuras cuando le aprietan en la estrategia. En el Hermanos Rodríguez intentaron cubrirse del equipo de las bebidas energéticas y acabaron pidiendo la hora. Hamilton tuvo que apretar los dientes para sostener el segundo puesto y luchar por la victoria fue imposible.

Quedan cuatro carreras, dos de ellas seguidas (Brasil y Catar), y los barcos van a llegar a puerto. Quien quiera subirse al de Verstappen, está a tiempo: le hacemos un hueco encantados. El Titanic de Hamilton tiene boquetes por todas partes.

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