Joan Ferran Historiador y articulista
OPINIÓN

Good bye, colillas

Portada de 'Ne me quitte pas'.
Portada de 'Ne me quitte pas'.
ARCHIVO
Portada de 'Ne me quitte pas'.

El tema va en serio. Este verano no se permitirá fumar en las playas del litoral barcelonés. Los médicos aplauden la iniciativa, los que no fumamos, también. Incluso me atrevería a decir que hasta los fumadores más empedernidos se tomarán la medida como un estímulo para intentar abandonar el tabaquismo. Se acabaron las colillas camufladas bajo la arena y los ceniceros improvisados en latas de refrescos. 

Las administraciones tienen la obligación de velar por la salud de las personas y el medio ambiente. Nada que objetar al respecto. Pero este confinamiento del cigarrillo al ámbito de la privacidad no está exento de una cierta nostalgia, de un cambio de actitudes. 

Lo que hasta hace unos años era un elemento complementario, ornamental si se quiere en algunos personajes, ya no lo será. Olvídense de los pitillos incandescentes en labios de Humpbrey Bogart; archiven en la memoria la boquilla de Audrey Hepburn; interioricen que el cigarrillo de James Dean, sinónimo de rebeldía, ha dejado de serlo. 

Se acabaron las colillas camufladas bajo la arena y los ceniceros improvisados en latas de refrescos".

Olviden el sensual y sugerente ‘Fumando espero’ que nos cantaba Sara Montiel sorteando la censura. Pasó el tiempo de la pose y llegó el del culto a la salud del cuerpo. 

Eso sí, para esas nuevas generaciones que aman y recuperan vinilos siempre quedara la foto de Jacques Brel, sentado en la mesa de un bar ante una jarra de cerveza y una cajetilla de tabaco. Lleva un cigarrillo en la mano, con la mirada suplica: ‘Ne me quitte pas’. Sí, llegó el momento del: good bye colillas.

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