No teman, no pasa nada grave. Se que muchos de ustedes se inquietan cuando leen en los medios de comunicación que los políticos se insultan y tiran los trastos a la cabeza. Algunos lo hacen con educación, elegancia y estilo, otros, en cambio, prefieren el golpe de efecto que provoca una bravuconada.
Estos días hemos visto a Gabriel Rufián agitar la atmósfera política con sus alusiones a los contactos de Carles Puigdemont con el Kremlin y los espías rusos. Palabras las del portavoz de ERC, que han sido contestadas con inusitada dureza por el dirigente de Junts, Jordi Sánchez.
"Nos guste o no, la campaña electoral de las elecciones municipales ha mostrado la patita. La batalla ha comenzado y se adivina larga y dura."
También habrán podido observar como se ha resquebrajado la unidad de criterio en el seno del gobierno municipal que dirige Ada Colau. Socialistas y Comuns andan a la greña discrepando acerca de temas estratégicos de ciudad como son el aeropuerto, las Olimpiadas o el denominado ‘urbanismo táctico’. Entretanto, las derechas fabrican candidaturas a contrarreloj.
Nos guste o no, la campaña electoral de las elecciones municipales ha mostrado la patita. La batalla ha comenzado y se adivina larga y dura. Los partidos desean singularizarse, explicar sus proyectos y ganar alcaldías.
Todos pretenden, lógicamente, que su verdad prevalezca sobre la de los demás. Para ello andarán unos meses a la greña tejiendo réplicas y contra réplicas, diseñando futuros pluscuamperfectos, intentando ganar su voto. ¿Es eso nocivo para la convivencia ciudadana? No, siempre y cuando se respeten las reglas del juego democrático.
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