Hubo un tiempo, no tan lejano, en que los personajes populares que aparecían en los programas y en las revistas del corazón lo hacían porque llegaron a la fama por su trabajo, eran actores, deportistas, cantantes… todos ellos contaban con el respaldo de una trayectoria de esfuerzo que les había llevado al éxito y al reconocimiento público.
El mundo de la fama se vio después ampliado, sin saber muy bien cómo y porqué, a los hijos de los famosos, a los que se fueron añadiendo conocidos y familiares, que dieron paso pronto a novios y amigos especiales. Ellos también generaban noticias, ocupaban las páginas del papel couche.
y despertaban el interés del público que se acostumbró a seguir sus andanzas, que ya no iban de éxitos artísticos sino de avatares amorosos y de exclusivas remuneradas en torno a noviazgos, bodas, separaciones y divorcios. Vivían de la fama y eran famosos de profesión.
"Ser famoso, no importa por cuanto tiempo, está al alcance de todos"
Más tarde llegaron novedosos programas de televisión que con el favor de una ávida audiencia se dedicaron a la fabricación de famosos para consumo interno. Era una mercancía que se cotizaba en el mercado. Ganar un concurso, donde no necesariamente había que demostrar conocimientos e inteligencia, era un buen trampolín para saltar a la fama efímera que tanto abunda y confunde.
Ser famoso, no importa por cuanto tiempo, está al alcance de todos. Como anticipo Andy Warhol, el futuro ya está aquí.
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