Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Perú en la cuerda floja

El candidato presidencial de Perú Libre, Pedro Castillo, saluda a sus seguidores.
El candidato presidencial de Perú Libre, Pedro Castillo, saluda a sus seguidores.
EP
El candidato presidencial de Perú Libre, Pedro Castillo, saluda a sus seguidores.

Perú, que lleva bastante tiempo entre vaivenes políticos, está agotando la oportunidad de que las elecciones presidenciales permitiesen estabilizar la situación sobre la base de un gobierno democrático con un respaldo popular fuera de toda duda. No ha ocurrido así, los dos candidatos que se disputaban la presidencia han terminado prácticamente empatados a votos, todo quedó pendiente por unas horas de la reclamación de una contendiente, la señora Fujimori, que en el recuento acabó perdiendo por una diferencia mínima.

Entre la conservadora y polémica Keiko Fujimori, lastrada por el recuerdo de la dictadura de su padre, y su adversario, el vencedor Pedro Castillo, están detrás las perspectivas de un cambio de régimen que se teme lleve al país al alineamiento con el bolivarismo revolucionario creado en Venezuela a imagen del comunismo cubano por el caudillo Hugo Chávez, prolongado por el dictadorzuelo Nicolás Maduro y extendido a los países vecinos, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, el único que unas semanas atrás se apartó de esa línea política.

El bolivarismo se caracteriza, entre otras convicciones antidemocráticas, por la propensión de sus líderes a perpetuarse en el poder. Maduro es el ejemplo, pero lo intentó también Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia y lo está perpetrando a base de represalias el matrimonio Ortega-Murilllo en Nicaragua, donde las libertades y derechos humanos han regresado a los tiempos del dictador Anastasio Somoza. El triunfo del populista Castillo despierta temor en otros países latinoamericanos: se trata de un político sin experiencia, con ideas revolucionarias y con una capacidad de ejercer su influencia entre las masas evidente. Los problemas que se viven en Colombia o Chile muestran algunos indicios de su influencia inspirada desde La Habana y la extensión continental a la experiencia de izquierdas que ya ejercen López Obrador en México y Fernández en Argentina.

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