OPINIÓN

Identidad y secreto

Mujer pidiendo silencio
Retrato de una mujer pidiendo silencio.
GTRESONLINE
Mujer pidiendo silencio

En los últimos días Twitter arde con la revelación de que una de sus tuiteras más populares, Señorita Puri, es un hombre. Twitter recuerda a un coto privado que se incendia y regenera a la misma velocidad, pero este caso quizás vaya más allá de la broma chusca o la decepción rápida, y permita una mínima reflexión sobre identidades falsas o falseadas.

El problema no radica en que Señorita Puri no se llame Purificación García, como había establecido hace años en un exitoso blog: dentro de las sutiles normas que rigen el anonimato (que no la protección de la identidad) de internet, se asumía que sus ácidas observaciones podían perjudicarla en su entorno. Pero sí se sobreentendía, porque así se empeñó en mantenerlo, una correlación entre ella y su personaje de cajera, madre de familia sobrepasada, incluso cuando había arrasado con varios libros en el mismo tono desenfadado. Señorita Puri se convirtió en una marca reservada tanto para usos literarios como comerciales.

"Su autor podía sentirse tan Señorita Puri como Flaubert era Madame Bovary, si se le antojaba"

Eso no hubiera supuesto un problema si hubiera revelado el uso de un heterónimo, o incluso varios, como quizás tenga. Su autor podía sentirse tan Señorita Puri como Flaubert era Madame Bovary, si se le antojaba. Durante siglos los escritores, en particular ellas, han usado pseudónimos masculinos (Acton, Currer, Ellis Bell, Fernán Caballero, George Sand) frente a una sociedad que por inercia prejuzgaba o condicionaba la voz y la calidad literaria femenina.

Ocurría también con los periodistas que desde el XIX criticaban usos, costumbres o poderes: Larra fue Fígaro Larra, Vázquez Montalbán fue Sixto Cámara. Pero los temas que trataba la tuitera no resultaban tan rompedores; y alteraba la tendencia habitual de los pseudónimos que adquirían fama fuera de su red social, que buscaban rápidamente ser identificados: Lovely Pepa, Amlul, el Rubius. El tema era otro: si bien el poder reside en los lugares acostumbrados, la polémica y la argumentación se alimentan en estos momentos de todos los temas relacionados con las identidades y con la autoridad que otorga el ser.

"El anonimato o el pseudónimo se convierte cada vez más a menudo en un espacio de impunidad"

Señorita Puri basaba parte de su gracia en que se expresaba como una mujer que opinaba sobre determinados temas marcadamente autobiográficos: se movía y ocupaba un espacio que en estos momentos las mujeres reclamamos como propio. En un delicado punto de hartazgo de la omnipresente visión masculina sobre la esfera femenina, la diferencia entre ser mujer y opinar como si se fuera se percibe como una apropiación cuando menos inadecuada; Señorita Puri cruzó la raya entre el personaje y la identidad, y lo hizo con escaso respeto por sus lectores y seguidores.

La abundancia de trolls, bots y cuentas falsas desaconsejan hoy día la ambigüedad en ese aspecto. El anonimato o el pseudónimo se convierte cada vez más a menudo en un espacio de impunidad, o en una vía de manipulación. Para diferenciarse de estos, no bastará un nombre: se precisará una personalidad. ¿No es paradójico? Exigimos tanta coherencia a las identidades falsas como a las reales. 

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