Suenan muy pintones los eslóganes de ´no al racismo`, las palabras vacías o los comunicados para el postureo, pero lo cierto es que no hay un proceso creado para abordar situaciones como la que se produjeron en el Ramón de Carranza. Es indemostrable, de momento, el insulto de Cala, pero es indiscutible que un jugador como Diakhaby se sintió vejado por lo que entendió como un insulto racista, se llenó de indignación primero, de impotencia después, se le empañaron los ojos y decidió abandonar el terreno de juego, con la complicidad de sus compañeros. El central valencianista ya no volvió. Sus compañeros, sí. Los principios parecían buenos hasta que chocaron con los intereses deportivos.
Anteponiendo la presunción de inocencia de Juan Cala, el gran debate tiene que ver con la actuación del árbitro y su recomendación velada al Valencia con la pérdida de puntos si no regresaba al campo. Los hechos, de ser ciertos, son gravísimos y, sin embargo, no hay ni un solo mecanismo previsto para casos de este tipo, que son motivos para el postureo permanente en campañas de marketing, pero no para ejemplarizar desde los hechos, que siempre tendrán más fuerza que las palabras.
En el mismo fin de semana hemos visto actuaciones vergonzosas de un grupo reducido de aficionados, tanto del Athletic como de la Real, que han aprovechado la fiesta del fútbol para demostrar su irresponsabilidad en plena pandemia. Ahora, un presunto episodio racista que dará la vuelta al mundo, por la falta de contundencia. El fútbol, que es maravilloso para tantas cosas, puede ser a veces un reflejo de nuestra peor versión como seres humanos.
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios