Luis Algorri Periodista
OPINIÓN

El 'cuñao'

El presidente saliente de EE UU, Donald Trump, durante su discurso ofrecido el pasado 4 de noviembre.
El presidente saliente de EE UU, Donald Trump, el pasado 4 de noviembre.
EFE
El presidente saliente de EE UU, Donald Trump, durante su discurso ofrecido el pasado 4 de noviembre.

Suele decir mi amigo Paco Chamorro que no hay nada más peligroso en este mundo que un tonto con iniciativa. Ahora sabemos que sí lo hay: un cuñao con poder. El cuñao clásico y típico, que todos padecemos, es esencialmente un bocazas que tiende a opinar de todo: "¿Que no sabes en qué se diferencian las vacunas esas del virus? Tranqui, José Luis, que yo te lo jplico en un momento". 

Pero si al final el cuñao se equivoca (como suele suceder) y su opinión sobre las vacunas, o sobre la guerra de Afganistán, o sobre la reforma educativa en el Reino Unido, es una idiotez, pues no pasa nada, porque a fin de cuentas es un piernas, un mindundi; su parecer no tiene ninguna relevancia y se olvida en cinco minutos.

Pero pongan ustedes un cuñao en la Presidencia de Estados Unidos. Un bocachanclas que dice que, en las elecciones, si gana él, pues vale; pero que si gana el otro es que ha habido fraude y que el árbitro estaba comprao. Y lo publica toda la prensa del mundo. Y (esto es lo peor) hay muchísima gente, millones de personas, que se lo creen.

El mundo está pendiente de la estabilidad emocional y de la honrilla de un 'cuñao' incapaz de sacar la pata que ha metido

Antes o después, todo cuñao se da cuenta de que la realidad lo contradice y, por lo general, guarda un cauto silencio, esperando quizá que nadie recuerde su fanfarronada. Pero ahora, ¿qué se puede hacer? Si este cuñao admite la evidencia (que yo creo que, en el fondo, lo está deseando ya) se sentirá ridículo; pensará que se comporta como un cobarde y que sus seguidores le tendrán por tal. Y eso no: opta por empecinarse en su error para salvar la honrilla.

Dense cuenta de lo que nos pasa. El mundo está pendiente de la estabilidad emocional y de la honrilla de un bocazas, de un cuñao incapaz de sacar la pata que ha metido.

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