No hay nada que deshumanice más que el que te traten como un número, que te despojen de tus características individuales y te reduzcan a un conjunto, a un colectivo.

El socialismo es experto en colectivizar a las personas, metiéndonos en compartimentos estancos que te marcan y te definen, de los que no puedes salir o serás señalado. Todos formamos parte de alguno y todos debemos ser previamente admitidos y constantemente aprobados.

Si una mujer es libre y se escapa del colectivo feminista, se convierte en una mala mujer para la izquierda. Si dice lo que piensa, cuestiona lo que se da por hecho o se atreve a votar otra opción que no sea a la izquierda, ya es una mujer alienada, una mujer que no merece su apoyo. En definitiva, una mujer que deja de ser mujer. Lo mismo ocurre con las personas LGTB. Si osan posicionarse libremente fuera del marco que les establece el socialismo automáticamente son señaladas, perseguidas y apartadas.

Es más fácil controlar a las masas que a individuos críticos y libres

El socialismo colectiviza porque utiliza, porque así crea grupos dependientes y rehenes, sin mayor aspiración que seguir perteneciendo a ese colectivo en el que a uno le han encasillado. Tiene lógica si uno se para detenidamente a pensarlo: es más fácil controlar a las masas que a individuos críticos y libres.

Ser conscientes de que cada uno de nosotros somos dueños de nuestras decisiones y responsables de las mismas es algo aterrador, y de ello se aprovechan los insaciables colectivistas. Ellos ofrecen protección, tutelaje y control a cambio de la libertad.

Tratar a las personas como individuos libres, únicos e irrepetibles es la mayor muestra de respeto a la libertad y a la diversidad. Y eso solo se garantiza con políticas liberales, con políticas que sitúan a la persona en el centro. Porque cuando uno baja impuestos, por ejemplo, los baja para todo el mundo. Cuando se elimina burocracia, es para todos. Cuando se mejora la sanidad, se mejora para cada uno de nosotros. Sin importar si somos hombre o mujer, sin importar a quien amamos o lo que votamos .Porque la libertad no se colectiviza nunca.