Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La crisis de 'Sálvame': cómo frenar al culebrón turco

Belén Esteban, esta semana en 'Sálvame'.
Belén Esteban, esta semana en 'Sálvame'.
Mediaset
Belén Esteban, esta semana en 'Sálvame'.

Sálvame tiene un problema. Y tiene nombre propio, Tierra amarga. Antena 3 ha encontrado un filón en los culebrones turcos. Estos seriales tienen grandes virtudes para los canales por su rentabilidad: son mucho más baratos que producir una serie propia y con su romanticismo engolado enganchan a una audiencia que sigue consumiendo ficción en la tele lineal clásica. Es decir, en el televisor de toda la vida. Muy parecido a lo que sucedía en España hace dos décadas con seriales latinoamericanos como Cristal. La historia se repite. Ahora con las producciones turcas.

Como buenos culebrones, además, cuentan con el valor añadido de que se pueden estirar durante tiempo. No sólo porque sus temporadas son largas y superan los cien capítulos, también porque cada episodio es extenso. Y la cadena en cuestión puede fragmentarlo hasta eternizar el final, como ha sucedido con el éxito Mujer con un desenlace emitido a cachitos.

Al igual que Mujer, Atresmedia ha lanzado Tierra amarga en verano cuando menos competencia existe. Y justo en el momento en el que las grandes estrellas de Sálvame estaban de vacaciones y las tramas del programa de Telecinco sufrían horas bajas de polémica. Porque Sálvame funciona de forma muy parecida a una telenovela: con músicas de fondo que recalcan emociones, zooms que acercan la cámara a la cara de los personajes para impulsar la épica y, sobre todo, dramas y comedias identificables de la vida cotidiana. Sólo hay una gran diferencia con el serial: Sálvame atesora el superpoder de la imprevisibilidad del directo. El programa va unido y se adapta a una trepidante actualidad en la que todo puede ocurrir.

"Las telenovelas turcas van creando adicción poco a poco y, luego, es más complicado derrocar su fervor"

Sin embargo, en el periodo estival ha ido ganando posiciones Tierra Amarga y ha adelantado en audiencias en su franja a Sálvame. La reacción de los de Telecinco ha sido intentar aplacar el golpe con polémicas exageradas, incluso anunciando el despido de algún habitual del espacio. Una reacción rápida, nerviosa y exagerada ya que conocen que las telenovelas turcas van creando adicción poco a poco y, luego, es más complicado derrocar su fervor.

Pero tirar de conflictos tan de usar y tirar es un error. Porque, al final, como mejor funciona Sálvame es con las tácticas del culebrón con el que compite. Lo inteligente hubiera sido frenar esta crisis de audiencias abriendo sigilosamente historias con un desarrollo narrativo que fuera creciendo cada día. Idénticamente como realiza 'Tierra amarga', pero sin la fuerza del directo y el reflejo de una idiosincrasia española en el que sí se sustenta Sálvame.

De momento, la temporada ya ha empezado y Sálvame se ha rearmado con el regreso de Jorge Javier Vázquez. También con la vuelta de Belén Esteban o el frenesí de Lydia Lozano. A la vez, han fichado a Carmen Borrego. Una incorporación que está más pensada de lo que parece, ya que la hija de María Teresa Campos cubre un perfil de mujer más adulta y de vida sufrida que requiere la familia de personajes del programa para ser más identificable en el ojo de un espectador, que debe sentirse reflejado en el conjunto de cabezas de cartel del show. Son como él. Sufren, lloran, pierden los nervios... tampoco tienen cuerpos perfectos ni una estabilidad laboral soñada. De ahí que la entrada de Borrego, con su experiencia y con sus inseguridades, sea relevante para las tramas de este magacín con mucho de reality. Pero ni con esas parece que sube el share frente al culebrón. Tendrán que tirar de Rocío Carrasco y ejercer una estrategia a medio plazo. 

Tras el fallecimiento de Mila Ximénez, Mediaset ha perdido uno de sus grandes y empáticos pilares. Ximénez demuestra que en los programas sí hay personas imprescindibles. Personas que son más que personajes y que por su incontrolable verdad el público conecta con ellas. Ahora Sálvame sigue viviendo sin ella, intentando buscar su sitio pero sin perder el rumbo que lo posicionó en el éxito. Y no fue la polémica exagerada como tanto se cree, no, realmente su triunfo en audiencias ha sido porque el espacio ha acompañado al espectador como si sus protagonistas fueran vecinos de su propio bloque. Esos vecinos que pueden caer fatal, pero no puedes dejar de observar sus locuras. 

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