Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Sánchez adormece al independentismo

Gobierno Vasco, convencido de que el inicio del diálogo entre Sánchez y Aragonès ayudará a la normalidad y entendimiento
Pedro Sánchez y Pere Aragonès.
20M EP
Gobierno Vasco, convencido de que el inicio del diálogo entre Sánchez y Aragonès ayudará a la normalidad y entendimiento

Quienes creían que Pedro Sánchez iba a caer rehén de los independentistas, que le harían pagar muy caro su apoyo a la investidura y a la primera de cambio lo dejarían tirado, se han equivocado. Habrá Presupuestos para 2022 con el voto de ERC y las elecciones generales como pronto serán en mayo de 2023, coincidiendo con las municipales y autonómicas. 

De la concesión de los indultos, que tanta polvareda levantó en junio, ya no se acuerda nadie, y es posible que la opinión pública sea ahora más indulgente hacia una medida de gracia que ha desactivado buena parte del discurso victimista que compactaba al secesionismo. Tras los indultos, Sánchez hizo una profunda remodelación de su Gobierno para lanzar el mensaje de que los asuntos relativos al procés, como la reforma del delito de sedición, pasaban al congelador de la legislatura. Quedaba no obstante el compromiso de retomar la ‘mesa de diálogo’ investida de gran calado político por exigencia de ERC, que fue aplazada por la pandemia pero sobre todo por la crisis en el Govern de Quim Torra, que abrió una larga etapa de interinidad hasta la elección de Pere Aragonès como president.

"Sánchez ha logrado por primera vez que el Gobierno español imponga su narrativa"

El cambió de actitud de ERC ante el proyecto de ampliación del aeropuerto, con duras acusaciones hacia el Gobierno español, no hacía prever nada bueno a pocos días del encuentro en Barcelona. Y sin embargo para Sánchez ha sido un gran éxito. Los dos socios de Govern no solo han acabado más divididos que nunca, sino con la conciencia de haber hecho el ridículo para vergüenza de sus propios votantes. La ‘mesa de diálogo’ no fue propiamente una reunión entre gobiernos, pues los de Junts, tras jugar a ser excluidos, no se consideran representados y no tienen ningún interés en las siguientes citas.

Lo más importante es que Sánchez ha logrado por primera vez que el Gobierno español imponga su narrativa cuando hasta ahora iba siempre a remolque del independentismo. No es poca cosa que Aragonès haya aceptado que el diálogo no tenga plazos cuando el procés fue todo lo contrario, un ultimátum en toda regla al Estado democrático: o me dejas votar para irme o me voy igualmente.

Y como no hay plazos, tampoco hay prisas ni habrá más encuentros con foto. A partir de ahora las reuniones se celebrarán discretamente, y solo se harán públicos los posibles acuerdos. El desafío independentista queda adormecido, y eso que el Gobierno ha sido muy claro en que su propuesta para Cataluña es una agenda de reencuentro, centrada en inversiones e infraestructuras (la lista de puntos que Mas, Puigdemont y Torra fueron engordando), pero en la que queda descartada una votación divisiva. ERC seguirá pidiendo la autodeterminación, pero no se levantará de la mesa. ¿Qué más podría pedir Sánchez?

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