Apenas recordamos los pinchazos de nuestra infancia. Las vacunas eran para los niños. Por eso es tan potente el mensaje de Araceli, la nonagenaria que ha recibido la primera dosis de Pfizer. Los ancianos pagaron un precio terrible en la primera ola. Fueron víctimas del mantra "el virus afecta solo a los mayores". Era de justicia que ellos y los sanitarios sean ahora los primeros. La investigación y la coordinación lanzan un mensaje de optimismo entre tanta oscuridad. Pero el peligro continúa.
OPINIÓN28.12.2020 - 06:09h
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