Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

México y España, relaciones empañadas

Pedro Sánchez y Andrés Manuel López Obrador en el Palacio Nacional de la Ciudad de México.
Pedro Sánchez y Andrés Manuel López Obrador, en una imagen de archivo.
EFE
Pedro Sánchez y Andrés Manuel López Obrador en el Palacio Nacional de la Ciudad de México.

Las relaciones entre España y México se han venido empañando de manera inexplicable desde que Andrés Manuel López Obrador accedió a la Presidencia, en 2018. Aunque desciende de españoles, como sus apellidos ratifican, nunca mostró especial simpatía hacia España ni hacia los españoles; por el contrario, lleva años de carrera política culpando a la colonización española de los problemas que sufre el país.

Y más ahora, ya en la mitad de su sexenio presidencial, cuando el balance de la gestión no deja de reflejar fracasos tanto económicos como, en lo que es más grave, en la seguridad pública, con los índices de criminalidad y delincuencia más altos del mundo: es el país donde más periodistas son asesinados y donde el narcotráfico es realmente el que mantiene el control. Todo parece indicar que AMLO, como se le conoce popularmente, necesita desviar la responsabilidad y recurre a la memoria española.

Primero fue con los Estados Unidos, pero la dependencia del vecino del norte le obligó hace algún tiempo a moderar sus ímpetus demagógicos, y descarga contra España la justificación de sus errores y de la mala gestión que reflejan las estadísticas en las que tristemente solo destacan los índices de pobreza y delincuencia. La proclividad del presidente a desviar la atención de los problemas, dando rienda suelta las provocaciones, es proverbial.

Desde el primer momento de su mandato convirtió en objetivo prioritario exigir a España que pida perdón a los pueblos indígenas por los abusos cometidos durante la época colonial. Es su mantra. España, como es lógico, no accedió a semejante pretensión. Desde entonces, las relaciones se tensaron como lo reflejó la demora en el nombramiento del nuevo embajador en Madrid.

Eso, sin embargo, se ha enmendado precisamente estos días. Apenas hace una semana fue anunciado el plácet al nuevo, Quirino Ordaz, exgobernador de Sinaloa, pero el presidente López Obrador, lejos de estimular su gestión futura en la búsqueda de unas buenas relaciones y de la solución de los asuntos o problemas, en la conferencia de prensa que celebra todas las mañanas, tenga o no tenga algo nuevo de que informar, se volcó en diatribas contra España.

Empezó anunciado la necesidad de someter las relaciones a una “pausa”, que no dejó claro en qué consistirá, y siguió con argumentaciones tan provocadoras como “no queremos que nos roben”. Sus declaraciones parecían incluir tanto a los gobiernos como a las empresas que “saquean” el país, paradójicamente las que más contribuyen al lento desarrollo que se está experimentando bajo su errática política.

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