Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Claves para una buena entrevista que no cumplió Iván Redondo con Jordi Évole

Iván Redondo en la entrevista de Jordi Évole
Iván Redondo en la entrevista de Jordi Évole
La Sexta
Iván Redondo en la entrevista de Jordi Évole

El experto en comunicación no supo comunicar. Y su imagen como gran estratega en la sombra de la política se desvaneció en sólo unos minutos. Los minutos que duró la entrevista con Jordi Évole en la que Iván Redondo tal vez pensó que estaba controlando su discurso para convencer al espectador pero, en realidad, su verborrea estaba olvidando claves cruciales para conquistar una buena entrevista en televisión.

Iván Redondo, ex director de Gabinete de Pedro Sánchez, jugó a la teatralización del hombre táctico que cree manejar la épica de la narrativa. Incluso, nada más empezar la charla, forzó sacar unas figuras de ajedrez para simular una explicación que pocos entendieron. Él mismo intentó justificar su calculada teatralización comentando que el momento de las figuritas no estaba preparado. Pura casualidad, claro, llevar piezas de ajedrez en el bolsillo. Empezaba mal, se dejaba a sí mismo en evidencia. Y es que el buen entrevistado es aquel que no irradia creerse más listo que el entrevistador. Entonces, cae mal. Primer clave fallida para una buena entrevista: faltó la empatía de la humildad.

Sin transmitir cierta humildad es más complicado que cale el discurso. Pero no todo está perdido. Al fin y al cabo, hay protagonistas antipáticos que son magnéticos entrevistados. Pero el problema es que Iván Redondo tampoco contaba nada. Con cada pregunta de Évole, daba un rodeo como si le gustara escucharse a sí mismo no diciendo nada. Pero en una entrevista no hay que escucharse a uno mismo: hay que aportar. En cambio, en La Sexta, costaba comprender a Redondo, porque su discurso no iba hacia ninguna parte y solo echaba balones fuera. Con alguna frase en inglés de vez en cuando ('in my opinion'), para que se noten los idiomas. Segunda clave que faltó para una buena entrevista: la concreción. Hubo dispersión, pero ni rastro de lo concreto. Ni rastro de lo que ayuda a que entendamos a alguien y sus razones. ¿Acaso, como experto asesor que es, no imaginaba muchas de las preguntas lógicas que le haría Évole? ¿No pudo prepararse una tanda de respuestas más convincentes?

Aún así, hay grandes invitados que se enrollan y funcionan a la perfección. Porque se dejan fluir aportando, aunque divaguen. Los mejores son los que, además, divulgan el discurso a través de anécdotas que enganchan. Es la tercera clave para ser un entrevistado de diez: la generosidad a la hora de contar. Y hacerlo más desde el detalle que desde lo grueso. Mejor aún si matizas los datos haciendo al espectador partícipe de tu vivencia, describiendo y citando los lugares en los que aconteció tal historia o tal problema. Lo que hacía siempre Lola Flores, vamos. No decía sólo que tenía un piso, decía el piso, la calle y el número. María de Molina, número 5. Redondo no dio detalles porque parecía sentirse mucho más cómodo en lo abstracto, en el 'hasta aquí puedo leer'.

"Hemos visto demasiados capítulos de 'El ala oeste de la Casa Blanca'. Y luego descubrimos que todo es mucho más 'Aquí no hay quien viva'"

La entrevista de Évole a Redondo no ha pasado el examen de la memoria colectiva. A la pregunta "¿qué ha contado realmente el gran asesor?", el espectador no encontrará respuesta fácil. Es la cuarta clave que tampoco ha cumplido: compartir tus motivaciones. Iván Redondo, curtido en la teoría de los debates televisivos, incidía muchas veces con "como te he explicado" y otras frases comodín que repetía todo el rato para hacernos creer que nos estaba desvelando mucho. Eso puede servir para despistar a un rival político en un debate electoral, pero en los medios de comunicación no funciona: porque el espectador no encuentra lo que dices que has dicho y si el espectador no entiende tu motivación, desconecta y siente que vendes humo. No le has convencido, no has sido honesto. O, al menos, no lo has parecido.

¿Entonces para qué ha aceptado Iván Redondo una entrevista con Jordi Évole? Cuesta averiguarlo tras verla. Explicar la trastienda de la política es arriesgado. Desde nuestras vidas de simples ciudadanos, nos preguntamos qué ocurre en esos despachos y nos lo imaginamos como algo muy complejo, con muchas variantes y mucho personaje secundario entre las sombras y moviendo hilos. Será que hemos visto demasiados capítulos de El ala oeste de la Casa Blanca. Y luego descubrimos que todo es mucho más Aquí no hay quien viva.

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