Zapatero pide prudencia ante la crisis en Libia y reivindica el papel de la ONU

El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero (i) conversa con el presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso (d).
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero (i) conversa con el presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso (d).
OLIVIER HOSLET / EFE
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero (i) conversa con el presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso (d).

El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha pedido este viernes "prudencia" a los socios europeos ante la crisis libia y ha subrayado la necesidad de que cualquier intervención militar en el país norteafricano cuente con el respaldo legal de Naciones Unidas.

El Gobierno español ha quedado satisfecho con la respuesta que ha consensuado este viernes el Consejo europeo reunido de forma extraordinaria en Bruselas, donde se ha acordado estudiar todas las medidas posibles "con una base legal clara" para evitar que el régimen de Muamar el Gadafi ataque a la población civil. Zapatero no ha comparecido ante la prensa al concluir la cumbre, pero fuentes del Ejecutivo español han hecho hincapié en que no hay otra base legal en el derecho internacional que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y en que España nunca participará en ninguna acción militar sin ese aval.

Aunque desde la delegación española se había dado a entender con anterioridad que si la crisis se agravara el aval de la ONU podría en un momento dado no ser imprescindible, se ha dejado claro después que España nunca se saltará ese paso. Zapatero se ha alineado con Alemania para apostar por la prudencia frente a Francia y el Reino Unido, que aspiraban a hablar con más claridad de una eventual intervención militar.

El jefe del Ejecutivo también ha abogado por la cautela antes de reconocer al Consejo Nacional de Transición libio como único interlocutor en el país. España ha iniciado ya contactos con miembros de este organismo rebelde y está de acuerdo en que la UE lo considere un "interlocutor político", pero, por el momento, no el único. Según han advertido las fuentes del Gobierno español, es necesario verificar con seguridad la representación que tiene ese Consejo, estudiar su respaldo social e ir avanzando progresivamente en su reconocimiento.

Sí ha quedado claro que Gadafi ya no es un interlocutor para la UE ni para España, aunque los canales de comunicación siguen abiertos. El embajador libio en España ha regresado a Trípoli, pero la embajada sigue abierta en Madrid, y España tampoco ha cerrado su representación diplomática en Trípoli, aunque no queda ningún representante español en ella. Junto al aval de la ONU para cualquier intervención militar, España defiende también la necesidad de un respaldo político por parte de la Liga Árabe y la Unión Africana, organismos con los que la UE quiere organizar una cumbre.

España, han apuntado las fuentes, mantiene contactos permanentes con ambos foros y la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, tendrá ocasión de tomarles el pulso directamente en la gira que comienza este domingo en El Cairo. Libia ha centrado la reunión, pero Zapatero también ha tomado la palabra para defender ante los socios comunitarios la importancia de las reformas constitucionales anunciadas por el rey de Marruecos, Mohamed VI.

Con el apoyo del presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha abogado por el aval de la UE a ese proceso y la declaración final ha incluido un párrafo para "dar la bienvenida" a la comisión que anunció el miércoles el monarca alauí para preparar una reforma de la Constitución que será aprobada por la ciudadanía. Su tercera intervención en la cumbre ha sido para relatar el viaje que realizó a Túnez la semana pasada y resumir los contactos que mantuvo con el Gobierno de transición y los principales líderes de la oposición política y de la sociedad civil.

Zapatero, según las mencionadas fuentes, ha abogado por el respaldo europeo al proceso de transición iniciado por el país magrebí, que necesita, según sus conclusiones, apoyo humanitario ante la avalancha de refugiados desde Libia, así como político y financiero a largo plazo para avanzar en la democratización.

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