Un estudio sitúa a Valladolid entre las ciudades mejor adaptadas para personas con discapacidad motriz y auditiva

Advierten de las carencias en el Ayuntamiento para personas invidentes

Un estudio de Eroski Consumer que analiza la accesibilidad de un edificio municipal, un hospital público y una estación de tren de 18 capitales españolas, ha situado a Valladolid entre las ciudades mejor adaptadas para personas con discapacidad motriz y auditiva.

Según han señalado fuentes de la publicación comercial en un comunicado recogido por Europa Press, los técnicos visitaron la oficina de empadronamiento del Ayuntamiento, la zona de consultas externas del Hospital del Río Hortega así como la estación de tren de Campo Grande acompañados por una persona con discapacidad física, una invidente y otra con dificultades de audición.

Además, la visita comprendía la elección de una calle al azar que estuviese a cinco minutos a pie de cada uno de estos lugares para verificar así la accesibilidad del trayecto. A continuación se procedió a comprobar las medidas de adaptabilidad en el entorno inmediato, entrada e interior de estos tres edificios (aseos incluidos).

En el caso de Valladolid se contó con la colaboración, desinteresada, de las asociaciones ONCE Valladolid, Federación Nacional Asociación de Lesionados Medulares y Grandes Discapacitados Físicos, Aspaym; y la Federación de Asociaciones de Personas Sordas de Castilla y León (FAPSCL).

La ciudad vallisoletana se sitúa por encima de la media del resto de capitales en lo que a la accesibilidad se refiere y logra un 'bien' alto (la media del resto de ciudades es un 'aceptable'). Por tipo de discapacidad, tanto las personas con discapacidades motrices, como con discapacidades auditivas logran un 'bien', mientras que el nivel de accesibilidad para personas ciegas se valoró con un ajustado 'aceptable'.

La primera de las visitas tenía como destino el edificio municipal del Ayuntamiento vallisoletano; así, el técnico, acompañado de las tres personas discapacitadas (una por visita), se dirigió a este lugar para que la persona discapacitada solicitara un certificado de empadronamiento. De esta manera, se comprobaría cómo era la atención del personal hacia ese usuario con discapacidad. Como valoraciones generales, las notas se repartieron de la siguiente manera: medidas para facilitar la accesibilidad de personas con discapacidad motriz (muy bien), auditiva (bien) y visual, con la peor nota, un regular.

En el trayecto de cinco minutos hasta el edificio municipal se detectaron pocas deficiencias. El comuniucado relata alguna, como que los semáforos con los que se toparon no tenían pantalla en la que se indicasen los segundos que faltaban para que se pusiese en rojo y en alguna ocasión el mobiliario urbano y los vehículos mal aparcados suponían un obstáculo para la persona invidente.

Una vez en la entrada del edificio, lo más significativo y positivo es que la puerta de acceso era transparente o con zonas acristaladas para ver lo que hay al otro lado, algo recomendable para personas sordas, pero no se vieron en las inmediaciones plazas de aparcamiento en superficie reservadas para personas discapacitadas.

Sin bandas de orientación para ciegos

Ya en el interior del edificio, donde el técnico y su colaborador pidieron un certificado de empadronamiento, también se observaron aspectos negativos para las personas invidentes. No se vieron guías o bandas de dirección para que una persona ciega pudiese orientarse, la máquina electrónica para coger turno no contaba con las indicaciones traducidas al braille y el cambio de turno no se indicaba de manera sonora. Sin embargo, destacaron que se ofrecía un servicio de intérprete profesional de lengua de signos los viernes durante dos horas por la mañana.

La siguiente visita se hizo a la zona de consultas externas del Hospital Universitario Río Hortega, y las notas otorgadas en este sentido fueron similares. Así, la mejor valoración fue para la accesibilidad para personas en silla de ruedas (bien), mientras que las herramientas observadas para facilitar la presencia de personas sordas y con problemas visuales fue aceptable.

Esta calificación se debe, explicaron, a que no se vieron guías de dirección para que las personas ciegas pudiesen orientarse, que las puertas, paredes y suelos no eran de color contrastado para personas con visión reducida y que no existía un servicio de intérprete profesional de lengua de signos, ni tampoco un folleto con información sobre esta lengua.

Sin embargo, el interior del edificio estaba correctamente señalizado con carteles, la distribución permitía la movilidad de una persona en silla de ruedas sin problemas, los mostradores de atención al público estaban a una altura adecuada para los usuarios en silla de ruedas y la existencia de plazas de aparcamiento reservadas a personas con algún tipo de discapacidad física.

La estación,

Entre las mejores

En el caso de la estación de tren de Campo Grande, se situó entre las mejores adaptadas de todo el estudio para las personas con alguna discapacidad física o sensorial, valorada en los tres casos con un bien gracias a que la puerta de entrada es transparente, a que se ofrece un servicio de intérprete profesional de lengua de signos al instante y a través de vídeo llamada, la distribución del edificio permite la movilidad a personas en silla de ruedas.

Además, hay máquinas expendedoras de billetes y mostradores de atención al público a una altura adecuada, dispositivos visuales que informan de horarios, llegadas y salidas. La única pega fue que las máquinas no tenían indicaciones traducidas al braille.

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