Nos vemos en el otro mundo

Estaba aparcando en Molina, y él tenía prisa.
Adelantó a la conductora que esperaba detrás de mí y me dio con su todoterreno. No le bastó. Se bajó y me soltó un «gilipollas, mujer tenías que ser». Podía haberle puesto verde, pero por primera y única vez, la rabia me dejó sin palabras.

Salió en mi defensa la señora  que iba detrás de mí. No me lo perdono. Encima, el código de circulación dice que el que está haciendo una maniobra es responsable. Me quedé con el bollao en el coche, pero no con los insultos. Le demandé y el señor, un inglés madurito de Altorreal, no asistió a declarar.

A la segunda llamada de la justicia, llegó en su lugar un certificado de defunción. El gentleman había muerto cuatro meses después del incidente. No es de cristianos querellarse contra difuntos y ahí dejé el chisme. Ayer me llega un tirón de orejas del juzgado. Ni el demandante ni el acusado ni el testigo asistieron a la vista. La justicia es lenta, Jack. Nos vemos en el juicio final.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento