Hace 12 años, el diario Sur le encargó unos artículos descriptivos sobre la ciudad. Se trataba de escoger lugares emblemáticos y plasmarlos en una postal escrita.
Márquez tenía 30 años, pero casi debutaba como periodista. Había sido actor, había escrito guiones y catálogos de arte y subsistido de diversas formas. La última, escribiendo para Diario 16 o El País. Tenía poco oficio, pero buena prosa. Además, era curioso y algo insolente. Al final, unos textos ideados para llenar un espacio en la página se revelaron como retratos melancólicos, descarnados, a veces tiernos o desternillantes, de una ciudad poco emblemática pero viva y amenazada por la deshumanización y la desmemoria.
«Málaga es una ciudad siempre en construcción, y quienes especulan persiguen el objetivo de la desmemoria, de la no identificación de los individuos con la ciudad. Por eso es importante escribir nuestras propias postales», dice.
Esos artículos han sido rescatados por la Colección Monosabio en el libro Rutas y atajos, que se presenta esta tarde (20.00 h, Museo Municipal, paseo de Reding, 1).
El tiempo los ha convertido en un testimonio valioso porque algunos de los sitios y personajes que él rescata para la memoria ya no existen, y eso no significa que no nos pertenezcan.
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