La agricultura española se juega su futuro desde este lunes

  • La UE trata, con posturas contrapuestas, la Política Agrícola Común a partir de 2014.
  • Las ayudas quieren fomentar una producción 'verde' y eficaz
Un agricultor trabajando en el campo.
Un agricultor trabajando en el campo.
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Un agricultor trabajando en el campo.

Desde su puesta en marcha, la Política Agrícola Común (PAC) de la UE ha sido motivo de polémica y conflicto entre los países miembros. ¿Qué cultivos se subvencionan? ¿En qué cuantías? ¿Por qué métodos? De todo ello depende la competitividad y el futuro del mundo rural, pero los intereses contrapuestos de los países hacen difícil el acuerdo. Desde este lunes, los ministros de Agricultura de los Veintisiete tratarán de alcanzar un acuerdo. En juego están los 55.000 millones que cada año se destinan a la PAC.

Encima de la mesa hay una propuesta de gran calado para implantarla en 2014. Hasta ahora, una parte importante de las ayudas a los cultivos agrícolas se decidían en función de las superficie destinada a un producto concreto: es decir, se pagaba un precio fijo por cada hectárea destinada a un cultivo. La propuesta es que ahora se haga en relación a la producción, de tal forma que, según la propuesta, se favorezca la productividad.

En la propuesta que traslada a los Estados miembros, la Comisión Europea quiere aumentar las exigencias ecológicas para el cobro de las primas y hacerlas más verdes; y para ello plantea dar un montante superior a aquellos productores o ganaderos que presten servicios al medio ambiente, como la rotación de cultivos o la conservación de pastos.

Pero la reforma de la PAC tiene todavía incógnitas porque el proyecto legislativo no se presentará hasta 2011 y además los textos actuales no incluyen cifras presupuestarias. Todo dependerá de los fondos agrícolas para 2014-2020, que se decidirán cuando la UE aborde la negociación de su presupuesto general. En juego está el futuro del campo y sus habitantes.

¿Un futuro para la leche?

Las explotaciones lácteas españolas llevan dos décadas en decadencia. Los problemas del sector no terminan de resolverse y los ganaderos se quejan de los bajos precios, por debajo de coste, que les imponen las industrias. Por eso, la propuesta del comisario europeo de Agricultura es que los ganaderos individuales puedan unirse y negociar de forma colectiva para pactar un precio más justo.

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