¿Simplemente villanos crueles o maltratados por la historia?

Un sector del Vaticano está estudiando rehabilitar la figura de Judas, ya que «sólo cumplía su papel en un plan divino».
Los libros de historia están llenos de personajes malvados, villanos, locos dementes, torturadores, asesinos, dictadores, seres pérfidos... la mayoría de las veces retratados como lo que eran, mentes crueles. Con otros, en cambio, la humanidad no siempre fue justa y honesta. Es el caso de Judas Iscariote, para los cristianos el traidor que vendió a Cristo por 30 monedas. Y así lleva 2.000 años, como un traidor. Pero, ¿realmente lo fue o estamos ante un fiel servidor de Dios que sólo cumplió su papel dentro de un plan divino? Esta difícil disyuntiva se debate actualmente dentro de los muros del Vaticano, en Roma.

El dilema ha sido puesto sobre la mesa por el religioso Walter Brandmuller, director del Comité Pontificio de Ciencia Histórica, que apuesta por la rehabilitación pública de la figura del apóstol. Esta campaña de «perdón» coincide con la futura publicación del Evangelio de Judas, un manuscrito del siglo ii que revela que Judas, al traicionar a Cristo y enviarle a la cruz, ayudó a que se cumpliera el plan de Dios.

Para el catedrático Antonio Piñero Sáenz, experto en el Nuevo Testamento, «Judas no era un traidor, era un activista político. Eliminó a Jesús porque quería radicalizar las ideas y la doctrina de Cristo, quería expulsar mediante las armas a los romanos. Jesús no».

No tan malvados como los pintan

JudasJudas, apóstol de Jesús.

«Los Evangelios, que son obras de propaganda, lo han retratado como un ladrón y un traidor. No era así. Quería conseguir de otros modos el reino que Jesús prometía. De todas formas, Judas se suicida, y en los textos antiguos, el suicidio es una muerte noble, es una muerte que rehabilita al personaje».

NerónNerón, emperador de Roma.

«Un personaje ambivalente. Para muchos, un depravado y un estúpido que dejó el poder en manos de gente muy poco preparada, mientras él se dedicaba a otros menesteres. No incendió Roma para inspirarse en una obra de teatro sino porque quería rehacer y mejorar urbanísticamente la ciudad».

MaquiaveloMaquiavelo, escritor y político.

«Su mala fama es injustificada. En vida no hizo nada para merecerla. Fueron sus obras, prohibidas por la Iglesia tras su muerte, las que levantaron ampollas. Escribió verdades que ofendían, que la política tenía su propia moral, aunque sólo buscaba la estabilidad política».

BonaparteJosé Bonaparte, rey de España (1808-1813). «Hermano de Napoleón, encontró poco amor en los españoles. Todos los vicios le fueron atribuidos, hasta el de borracho, aunque sólo bebía agua. Intentó abrir España a las nuevas ideas de la revolución liberal. Abolió los derechos señoriales y la Inquisición. Modernizó la Hacienda».

Pérfidos sin perdón

HerodesHerodes, rey de los judíos.

«Era un bárbaro y un dictador. Fiel servidor de Roma, quiso helenizar Israel. Mató a varias de sus mujeres y a varios hijos. Ordenó que cuando muriera fueran asesinados los 300 ciudadanos más ilustres de su pueblo. El pasaje de la Biblia en el que mata a los niños menores de dos años para matar a Jesús no es real».

CalígulaCalígula, emperador de Roma.

«Era un loco, es un personaje que no se puede rehabilitar. Nombró senador a su caballo y mató a su hermana embarazada. Obligó a prostituirse a todas las mujeres de la alta sociedad. Su reinado de terror y locura acabó cuando murió asesinado tras un complot de su guardia pretoriana y de varios senadores».

HitlerAdolf Hitler, canciller de Alemania.

«Su agresiva política exterior llevó al mundo a la II guerra mundial, en la que murieron 50 millones de personas. Sus campos de exterminio acabaron con la vida de 8 millones de judíos, gitanos  y discapacitados mentales, a los que calificaba de infrahumanos».

Pol PotPol Pot, dictador de Camboya.

«Asesinó, torturó y exterminó a un tercio de la población de Camboya. Al frente de los jemeres rojos lideró un genocidio que acabó con la vida de dos millones de camboyanos. Quemó bibliotecas, abolió las medicinas e incluso prohibió llevar gafas porque eran un símbolo de intelectualidad».

(Con la colaboración de Antonio Piñero, historiador y catedrático de Filología griega; Fernando García de Cortázar, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Deusto, y los departamentos de Historia y Pensamiento Político de la Universidad Complutense).

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