El dilema ha sido puesto sobre la mesa por el religioso Walter Brandmuller, director del Comité Pontificio de Ciencia Histórica, que apuesta por la rehabilitación pública de la figura del apóstol. Esta campaña de «perdón» coincide con la futura publicación del Evangelio de Judas, un manuscrito del siglo ii que revela que Judas, al traicionar a Cristo y enviarle a la cruz, ayudó a que se cumpliera el plan de Dios.
Para el catedrático Antonio Piñero Sáenz, experto en el Nuevo Testamento, «Judas no era un traidor, era un activista político. Eliminó a Jesús porque quería radicalizar las ideas y la doctrina de Cristo, quería expulsar mediante las armas a los romanos. Jesús no».
No tan malvados como los pintan
«Los Evangelios, que son obras de propaganda, lo han retratado como un ladrón y un traidor. No era así. Quería conseguir de otros modos el reino que Jesús prometía. De todas formas, Judas se suicida, y en los textos antiguos, el suicidio es una muerte noble, es una muerte que rehabilita al personaje».
«Un personaje ambivalente. Para muchos, un depravado y un estúpido que dejó el poder en manos de gente muy poco preparada, mientras él se dedicaba a otros menesteres. No incendió Roma para inspirarse en una obra de teatro sino porque quería rehacer y mejorar urbanísticamente la ciudad».
«Su mala fama es injustificada. En vida no hizo nada para merecerla. Fueron sus obras, prohibidas por la Iglesia tras su muerte, las que levantaron ampollas. Escribió verdades que ofendían, que la política tenía su propia moral, aunque sólo buscaba la estabilidad política».
Pérfidos sin perdón
«Era un bárbaro y un dictador. Fiel servidor de Roma, quiso helenizar Israel. Mató a varias de sus mujeres y a varios hijos. Ordenó que cuando muriera fueran asesinados los 300 ciudadanos más ilustres de su pueblo. El pasaje de la Biblia en el que mata a los niños menores de dos años para matar a Jesús no es real».
«Era un loco, es un personaje que no se puede rehabilitar. Nombró senador a su caballo y mató a su hermana embarazada. Obligó a prostituirse a todas las mujeres de la alta sociedad. Su reinado de terror y locura acabó cuando murió asesinado tras un complot de su guardia pretoriana y de varios senadores».
«Su agresiva política exterior llevó al mundo a la II guerra mundial, en la que murieron 50 millones de personas. Sus campos de exterminio acabaron con la vida de 8 millones de judíos, gitanos y discapacitados mentales, a los que calificaba de infrahumanos».
Pol Pot, dictador de Camboya.
«Asesinó, torturó y exterminó a un tercio de la población de Camboya. Al frente de los jemeres rojos lideró un genocidio que acabó con la vida de dos millones de camboyanos. Quemó bibliotecas, abolió las medicinas e incluso prohibió llevar gafas porque eran un símbolo de intelectualidad».
(Con la colaboración de Antonio Piñero, historiador y catedrático de Filología griega; Fernando García de Cortázar, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Deusto, y los departamentos de Historia y Pensamiento Político de la Universidad Complutense).
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