Ha pasado más de un año desde que el rockero Miguel Ríos anunció su adiós de los escenarios con una amplia gira. La razón de su  marcha la detalla ahora en el nuevo número de la revista Rolling Stone, donde hace un repaso por su carrera en una entrevista con Loquillo Y Los Trogloditas.

"Me voy mientras aún tenga pilas, no quiero exhibir un cadáver feo", ha explicado al catalán, "tengo 66 años, ¿a cuántos campos de fútbol tengo que volver a ir?".

Además, siente que la industria de la música ha cambiado, que "se diluye" acuciada, por un lado, por la piratería ("un desprecio a lo que se compra"), o por la digitalización, "la muerte anunciada de la industria".

Y recuerda sus inicios musicales, unos tiempos en los que al AR todavía se le llamaba 'director artístico'; y a showcase, actuación. Por lo demás, confiesa que su relación con las disgráficas siempre ha sido parecida: "Una relación de amor-odio. No he acabado bien con ninguna, me he ido siempre antes de terminar el contrato". En ellas ha visto "buena gente, trabajadora, pero no preparada".

En cuanto a las drogas, desvela que las ha consumido "como todo el mundo" pero sabiendo siempre "que entregaba algo a cambio, que había un compromiso, que no era una cuestión de sólo divertimento": "Con las drogas tienes que llegar a un punto en que dices ésta es mi frontera y de ésta no paso". Y no tiene reparos en airear algunas de sus opiniones políticas, como el desencanto por la izquierda actual.

A pesar de su despedida, Ríos promete dejarse ver de cuando en cuando: "Seguiré colaborando con amigos o tocando por solidaridad, la adicción al aplauso es muy difícil de dejar".