Durante muchos años fue la droga reina de la noche, aunque en los últimos tiempos, el MDMA, más conocido como éxtasis o cristal, había perdido terreno dejando incluso paso a otras drogas de reciente cuño y de efectos impredecibles, como el 2CB (nexus) o la mefedrona. Pero desde hace unos meses ha vuelto y, al parecer, con más fuerza.

"Desde 2008 habíamos visto como el éxtasis que había en el mercado tenía muy poca pureza, apenas un 40%, vendiéndose al mismo precio. Pero desde antes del verano nos empezaron a llegar muestras con purezas superiores al 90%", explica Fernando Caudevilla, químico de Energy Control, organización que se encarga de analizar las sustancias estupefacientes y alertar de los riesgos de su consumo.

Y es que, en Madrid, el éxtasis ha doblado en apenas dos años el número de urgencias hospitalarias registradas por su toma. Si en 2007 hubo 33 ingresos, en 2009 ya eran 65, según datos del Gobierno regional. Pese a su apariencia inofensiva (se presenta en pastillas o cristalizado) causa efectos como temblores, hiperactividad motora, problemas cardiacos o insuficiencia renal aguda, que podrían provocar hasta la muerte... Sin embargo, sus consumidores suelen acudir a ella por las sensaciones de sociabilidad y empatía que produce.

Causas de la caída

Todavía no está claro a qué se pudo deber el bajón que durante un par de años experimentó esta droga. Expertos policiales sugieren desde la crisis económica hasta los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008, que hizo aumentar la seguridad de China, país de donde proceden sus componentes.

"Sin embargo, el número de incautaciones en Madrid tampoco ha aumentado", explica un experto de la Guardia Civil, "y es que luchar contra este tipo de drogas es muy complicado. Para empezar, los laboratorios están en países como Holanda o Polonia, desde donde se transportan por carretera. No hay grandes alijos, como pasa con la cocaína. Además, cada cierto tiempo surge una droga nueva que los químicos sintetizan con sustancias desconocidas y de fácil adquisición", aclara.

Según datos de la Agencia Antidroga, el 1,2% de los madrileños entre 14 y 18 años reconoce haber consumido MDMA en el último mes.

Un 24,41% más de incautaciones

Pese a que España no es un país productor de éxtasis, sí que lo es de consumo, sobre todo en grandes ciudades como Madrid o Barcelona y en zonas turísticas como Ibiza. Por eso, el año pasado, la Policía Nacional se incautó de 404.334 unidades de éxtasis, un 24,41% más que en 2008. El speed también parece haber quitado algo de sitio a la cocaína por la crisis, al ser una droga mucho más barata. En 2009 se incautaron 148 kilos de speed, un 165% más que en 2008, y 25.349 de cocaína, un 34,88% menos.

20 minutos entra en una 'rave' y comprueba los efectos del 'éxtasis': Cristal, éxtasis, MDMA, X... sus nombres oficiales son muchos, pero los consumidores habituales la llaman la "droga del amor". La siguiente escena lo explica. Una chica bailando sola, como poseída, estira el cuello y le mete un beso en los morros al dj. Después gira la cabeza y besa a otro chaval a su lado. Al acercarnos a preguntar, confirmamos la sospecha. No los conoce de nada, pero va puesta hasta las cejas de 'amor'. "¡Vive la vidaa, viveee la fiesta!", nos grita una y otra vez.

Lo que acabamos de ver corresponde a la noche de una de las tantas raves madrileñas en las que el éxtasis campa a sus anchas. El que escribe estas líneas iba buscando un camello que, bajo la excusa de una venta, nos diera más información sobre la droga. Pero no hizo falta. Antes se nos apareció Cristina.

Cristina (nombre inventado) es una chica de Toledo que cada cierto tiempo sube a Madrid a una de estas fiestas. Estudia Educación y tiene 21 años, pero por su cuerpo menudo y sus brackets aparenta 16. Nosotros iniciamos el acercamiento preguntando dónde comprar cristal, pero una amiga suya nos interrumpió: "Tío, si quieres ligar con mi amiga no te andes con rollos. ¡Échale un piropo!".

Al poco estábamos sentados con ella en un reservado. Nos preguntó: "¿Te gusta el X?", y sin que pudiéramos responder nos metió el dedo con un poco de cristal en la boca.

No duramos mucho con ella. Enseguida nos escapamos al servicio para quitarnos la droga de debajo de la lengua, no fuera a ser que nos rayáramos y nos diera por matar pitufos verdes a puñetazos. Luego, aún asustados, vamos a la salida. Allí, unos sanitarios atendían a un joven en el suelo. "Se ha metido de todo lo que había", oímos murmurar a uno de ellos.

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