Demiurgo de la poesía

En la antigua Grecia, el demiurgo era el artesano de la creación.
De Paco Cumpián se podría decir que es un demiurgo de la poesía. «Empecé a escribir poemas más o menos a los 13 años», recuerda. Pero viviendo en un mundo material, descubrió que la poesía no sólo tiene alma. También es tinta y papel, color, forma, olor, aroma de libro.Paradójicamente, Cumpián tuvo que irse de Málaga a Madrid para conocer a un paisano del que hoy es heredero espiritual: el poeta y editor de la Generación del 27 Manuel Altolaguirre. «Primero leí una biografía suya, y luego conocí a bibliófilos propietarios de libros originales de Altolaguirre».

Cumpián se compró una máquina tipográfica y aprendió a componer con caracteres libros que Maribel, su compañera durante más de 20 años, encuadernaba amorosamente. Libros tan bellos que engrandecían el sentido de las palabras que sostenían.

El árbol de Poe

Cuando volvieron a Málaga abrieron El árbol de Poe (Frailes, 26. 952 269 114), durante años librería y hoy ya sólo imprenta y taller de encuadernación, homenaje vivo a la actividad cultural tal vez más genuina y olvidada que ha dado la ciudad: la edición exquisita de libros, revistas y pliegos poéticos.

Cumpián intenta editar todo lo que le gusta. Edita poesía para él, para los amigos, para diversas instituciones. Pero también cree en la poesía como encuentro y, como la vida es circular, ahora organiza lecturas poéticas de autores locales en La Vinoteca (Sánchez Pastor, 10, los martes a las 21 h) el mismo bar que en otra vida fue centro neurálgico de la bohemia malagueña. Poesía, vino tinto y amor al arte. Al etéreo y al de los demiurgos.

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