Atravesamos la Antártida asturiana

El puerto de San Isidro es ahora una carretera custodiada por imponentes muros de nieve. Un recorrido glacial por un paisaje casi hipnótico. El temporal ha construido aquí su fortaleza helada y al adentrarse en ella uno se siente un pequeño intruso atrapado en este laberinto con paredes de hasta siete metros. La experiencia no es perenne. Gota a gota empiezan a deshacerse estas vistas y llega el peligro ante posibles aludes. Avalanchas cuya fuerza es contenida por las redes para que aquello que ya empieza a asomar la cabeza no se pierda, de nuevo, bajo la nieve.