El objetivo, en palabras del edil Ignacio López-Chaves, es aproximar el libro al ciudadano. Para ello se barajan dos modelos: el británico, con un punto de lectura a 20 minutos a pie de cada casa, y el catalán, que ha reducido esta distancia a un paseo de 15 ó 10 minutos.
Además, se reclama al Gobierno central la creación de una gran biblioteca en Vigo, lo que supondría una inversión de casi nueve millones de euros y cuatro o cinco años de trabajos. En enero, la alcaldesa trasladará esta petición a la ministra de Cultura.
La futura red
Primer nivel: El núcleo. Lo formarían la actual Biblioteca Central del Casco Vello y, si tiene luz verde, la biblioteca pública del Estado que se reclama a Madrid.
Segundo nivel: Las bibliotecas de barrio. Una en Teis, en el antiguo ambulatorio, y otra en la zona oeste de Vigo: Bouzas, Coia...
Tercer nivel: Agencias de lectura. Las tres primeras serán en colegios de Teis, Bouzas y el centro. Para el resto se barajan 31 espacios que reúnen las condiciones.
Galicia, por encima de Madrid
El mobiliario urbano en las aceras es otra dificultad en el camino de una persona invidente. Mesas, sillas, árboles, señales, semáforos o contenedores invaden un espacio presuntamente reservado a los peatones e incumplen casi siempre la legislación. Las terrazas, por ejemplo, tendrían que estar delimitadas con paneles, explica Manuel Martínez Pan. Y no es extraño que un ciego se tope con una señal o un macetero al querer subir a la acera tras cruzar por un paso de peatones.
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