El sector marisquero estima que los cierres obligados por la presencia de toxina paralizante han supuesto este año una pérdida del 60% en las ventas, que ascienden a unos 30 millones de euros anuales. Esta modalidad emplea a unas 10.500 personas, un tercio del sector pesquero gallego.

La decisión de abrir las dos zonas no afectadas por la toxina no es compartida por todas las cofradías. El patrón mayor de Arcade, Manuel Pazos, aseguró ayer que «se avecinan momentos críticos y de enfrentamiento porque se rompió la unidad de la ría».

Por contra, el presidente de la Asociación de Marisqueo a Flote de Moaña, Manuel Álvarez, expresó su satisfacción por la decisión tomada por la Consellería de Pesca y aseguró que la apertura de las dos zonas «por fin hace justicia».

Las rías gallegas se han visto afectadas más que nunca por la presencia de toxinas. En la ría de Arousa, sólo cinco de los 25 polígonos en los que se cultiva mejillón están abiertos.

En toda Galicia sólo hay otras cinco zonas de bateas abiertas.

La recolección de moluscos pectíneos, como la vieira, está prohibida en 14 de las 16 zonas habilitadas para ello en la comunidad.

Un año teñido de rojo

Los mariscadores recordarán 2005 como el año de las mareas rojas. La presencia de toxinas en las rías ha reducido la producción de especies como la centolla, el mejillón, la almeja o el percebe. Además, lo ha hecho justo antes de la campaña de Navidad, la más importante del año en las ventas del sector. Lo que comúnmente se conoce como marea roja es la concentración de algas con células tóxicas. Hay tres familias de toxinas: diarreicas, amnésicas y paralizantes.