«Los tacones de más de cinco centímetros hacen que el peso del cuerpo se desplace hacia adelante». Con menos de dos, el desplazamiento es hacia atrás. Unas posturas daniñas que desgrana la podóloga Rocío Pedreira.
Y no sólo los tacones pueden ser perjudiciales. Tampoco los zapatos estrechos son saludables. Según señala Irene Pardo, de Podoclínica, este tipo de calzado provoca que se junten los dedos y que aparezcan los callos y las durezas. Dos problemas que junto a los callos, las uñas encarnadas y los juanetes son los principales males de los pies de los coruñeses, sobre todo a partir de los 50 y entre el sector femenino.
De cada diez pies que reciben asistencia en Podoclínica, siete pertenecen a las mujeres.
«Entre los hombres», asegura esta experta, «son más comunes los problemas de uñas».
Para mimar los pies, los profesionales recomiendan el zapato rígido con materiales de piel para que el pie transpire. Y para ellas, un tacón en cuña.
También las zapatillas deportivas bien adaptadas al pie son buenas, señala Irene Pardo, aunque advierte de que su abuso provoca sudoración y puede dar lugar a la aparición de hongos y micosis. Además, los podólogos animan a los coruñeses a someter los pies a una revisión anual especialmente si se padece de diabetes.
Siempre con calcetines. Y a pares
Pese a las críticas, la moda de los turistas de llevar calcetinas con las sandalias es acertada. Los podólogos recomiendan su uso en todo tipo de climas y con todo tipo de calzados. Eso sí, que estén fabricados con materiales naturales, ya que «las fibras sintéticas hacen sudar el pie». En este caso, afirma Irene Pardo, «lo mejor es utilizar unos calcetines por la mañana y otros por la tarde».
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