Los vecinos del cura que se desnudó en misa dicen que está enfermo y debería jubilarse

El párroco Antoni Viñas se desprende de su casulla en la eucaristía del domingo.
El párroco Antoni Viñas se desprende de su casulla en la eucaristía del domingo.
Marc Martí / www.laopiniondemalaga.es
El párroco Antoni Viñas se desprende de su casulla en la eucaristía del domingo.

"Es un hombre bueno e inteligente". Los feligreses de la iglesia de Sant Miquel de Fluvià (Girona) quieren y admiran a su párroco, Antoni Viñas, pero coinciden en que es mayor, está enfermo y debería jubilarse por su propio bienestar.

La noticia de que este sacerdote se quedó en bañador y sandalias e intentó flagelarse en la eucaristía del pasado domingo dio "demasiados titulares", en opinión de muchos vecinos. "No tiene mayor importancia, al fin y al cabo sólo es algo que ha hecho un hombre enfermo", reflexiona Montse, de la panadería Can Nofre, que fue testigo de lo ocurrido.

"El día que se quedó en pantalones para flagelarse no había cenado ni desayunado. Se está abandonando. No tiene salud. Es una persona enferma, con depresión. El obispo debería jubilarlo para que descanse y lo cuiden las monjitas en una residencia", asegura esta panadera, que explica que la semana pasada estuvo dos días ingresado en un hospital y luego pidió el alta porque "dijo que Jesús se le había presentado".

Antoni Viñas (Girona, 1932) trabajó como misionero en Guatemala y quienes lo conocen dicen que vive su fe de un modo especial. "Está todo el día escribiendo, pero nunca había hecho algo así. El domingo dio muy mala imagen. Los feligreses murmuraban porque no les gustó lo que hizo, aunque es cierto que los que normalmente no van a misa y ese día estaban porque era fiesta fueron los que más se molestaron y se marcharon de la iglesia", critica Montse.

De la misma opinión es María Oliveras, que habitualmente ayuda al párroco con la lectura de las sagradas escrituras. "Tiene unas ideas que no son normales. Siempre ha tenido sus rarezas. Yo estaba el domingo y aquello no parecía una misa sino un espectáculo. Me quedé muy triste", recuerda esta feligresa de 77 años.

María, que confiesa no andar muy bien del oído, dice que, como no había entendido lo que decía el párroco, se quedó muy sorprendida cuando éste empezó a desnudarse. "Dicen que era un acto simbólico de arrepentimiento, pero a mí no me pareció normal. Pienso que necesita cuidados porque la cabeza no le debe de ir muy bien", explica.

Esta vecina, que ayuda al cura porque dice que "ya le cuesta moverse", pese a ser los dos coetáneos, afirma que la gente del pueblo quiere que venga otro sacerdote. "Un espectáculo así no te da ganas de volver a misa. El obispado debería hacer algo y al párroco le vendría bien que lo jubilaran", sostiene.

Madalena, de la farmacia local, se muestra muy discreta en sus declaraciones. "A mí no me parece bien ni mal lo que ha hecho. Sólo sé que es un hombre bueno y muy mayor", dice, con voz triste, antes de colgar el teléfono.

La hermosa iglesia de Sant Miquel de Fluvià (Girona).
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