En la sentencia a la que tuvo acceso Europa Press, se entiende probado que el regidor otorgó tres licencias —dos en 2001 y una en 2003— "según su propio parecer" y "prescindiendo total y absolutamente de los trámites esenciales del procedimiento", todo ello "en un claro ejemplo de flagrante arbitrariedad contraria a los principios más básicos del recto ejercicio del poder público".
Millán reconoció en su declaración que él era el que decidía sobre la concesión de licencias, aunque aseguró que no tenía conocimientos técnicos sobre urbanismo, y apuntó que creía que estaba actuando "correctamente" y que "todo el mundo era consciente" de lo que se estaba construyendo "porque las casas no salen de un día para otro".
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