Acusado de intentar matar a su hija en Almorox (Toledo)dice que llevaba meses "intentando que no ocurriera"

Forenses y psiquiatras creen que el trastorno del acusado no afecta a su capacidad cognitiva aunque pueda interferir de forma puntual

El acusado de un delito de asesinato con alevosía en grado de tentativa, M.V.C., que intentó estrangular a su hija de tres años y medios en mayo de 2008 en Almorox (Toledo), aseguró hoy que "llevaba cinco meses intentando que aquello no ocurriera" y que por eso "no quería estar solo con ella", pues finalmente "pasó lo que nunca tenía que haber pasado". Algo que "temía" que se materializara, y que ocupaba a veces sus pensamientos.

En su declaración en el juicio que se celebró en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Toledo, el imputado reconoció que "casi" mató a su hija "cogiéndola por el cuello", pero agregó que de los hechos "sólo tiene imágenes", pues pasado el tiempo no sabe qué es real y qué no lo es, y agregó que actuó "inconscientemente" porque "si hubiera querido lo hubiese hecho", dijo preguntado por su intención de acabar con la vida de la chica.

Señaló que cuando se llevó a la niña a la parte de la casa donde ocurrieron los hechos, después de haber estado jugando con ella todo el día, "no quería conseguir nada", y que sólo recuerda que llamó a sus padres y luego se intentó quitar la vida porque "un padre que intenta matar a su hijo merece morir".

Los hechos ocurrieron en la casa de los padres del acusado, donde vivía desde febrero de ese mismo año, cuando inició los trámites de separación de su mujer y madre de la niña. Preguntado por su relación con esta última, aseveró que "en ningún momento ha culpado" a su hija de la relación que tenía con su esposa.

El acusado, en el momento de ocurrir los hechos, recibía tratamiento psiquiátrico por un trastorno ansioso-depresivo por ansiedad y problemas para conciliar el sueño que, según especificó, llevaba "a rajatabla". No bebía ni consumía drogas, sólo tabaco.

A continuación, prestó declaración la madre de la víctima, que se enteró de lo ocurrido cuando la llamó la abuela de la niña desde el Hospital, y explicó que, aunque estaban en proceso de separación y ella quería llegar a un acuerdo amistoso, el acusado le advirtió de que la culpa de la separación "la tenía su hija".

"como un zombi"

Definió al acusado como una persona que no era agresiva y que nunca la maltrató físicamente, aunque sí "psicológicamente", ya que no le prestaba atención y la tenía abandonada, y que "no tocaba a la niña" ni siquiera para acariciarla. También relató que el acusado tenía problemas de sueño desde que lo conoció y que, aunque fue en febrero cuando terminaron la convivencia "llevaban años mal".

Respecto a lo ocurrido, señaló que cuando su cuñado le llevó la niña a casa tenía moratones en el cuello, los ojos fuera de órbita y "venas de la cara reventadas", además de "un tristeza que no le había visto". La niña no habló hasta varios días después de lo ocurrido, cuando "empezó a hablar espontáneamente", y le contó que su padre, cuando la agarró del cuello, le dijo "no grites, que vas a dormir cien años, como la Bella Durmiente".

También declaró en el juicio la madre del acusado, que se encontraba cocinando en el momento de los hechos, y vio aparecer en la cocina a su hijo con la niña delante de él agarrada por el cuello, y se dio cuenta de que "algo gordo estaba pasando" porque su hijo no decía nada y, por su cara y su mirada, parecía "un zombi" que "ni siquiera consolaba a la niña".

La mujer cogió a su nieta, que estaba asustada y llorando, la consoló, le dio agua, y decidió llevarla al médico ya que vio "arañazos" en el cuello. En ese momento, instó al acusado a llamar a su marido, que estaba en la finca trabajando, y este lo avisó comunicándole por una ventana que acudiera que "había matado a la niña".

El padre del imputado fue el que confirmó este último extremo, así como el hecho de que la chica estaba llorando y asustada. Asimismo, señaló que su hijo, cuando se quedaron solos en casa, le pidió que lo matara y que le ayudara a suicidarse.

Después de dos agentes de la Guardia Civil confirmaran que, cuando llegaron, el acusado les dijo que había matado a su hija; los médicos forenses que estudiaron a la niña confirmaron que presentaba lesiones típicas "de mujeres estranguladas" —la lesión del cuello se hizo con una mano— y que "estuvo a punto de morir".TRASTORNOS

Respecto al trastorno del imputado, ellos le diagnosticaron un trastorno obsesivo-compulsivo que en ningún caso relacionaron con "una enfermedad", y que, según su criterio, no le afecta a su capacidad cognitiva ni cognoscitiva.

En el mismo sentido se pronunciaron las psiquiatras que durante varios años trataron al acusado, diagnosticándole un trastorno depresivo-ansioso, que puede "interferir" en sus capacidades, aunque sólo de forma "puntual, espontánea".

El Ministerio Público pide 13 años de prisión para el acusado, y que se le prohíba acercarse a la víctima y comunicarse con ella por cualquier medio durante 18 años. Además, deberá indemnizarla en la cantidad de 6.000 euros por las secuelas y lesiones ocasionadas, petición a la que se adhiere la acusación particular. La defensa pide la libre absolución de su patrocinado con eximente completa, o un delito de malos tratos en el ámbito familiar.

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