De los nueve días que han durado los festejos, más de la mitad se han desarrollado bajo un cielo encapotado, cuando el 90% de los eventos han tenido lugar al aire libre. La constante amenaza de lluvia y la falta de un puente festivo sólido (como el del año pasado) han sido determinantes en el descenso de visitas.

La lluvia, tan esperada por otra parte, afectó especialmente a las actividades de los parques, las ferias y a la ofrenda de frutos.

Sin embargo, el entusiasmo de la gente y la participación en los festejos han sido notables. Los conciertos de Independencia congregaron a 300.000 personas, el mismo número que asistió a la ofrenda de flores.

Familias y grupos aprovecharon cada impás de lluvia para acudir a alguna de las 480 actividades. Las citas más multitudinarias fueron el pregón (100.000 personas) y el concierto que ofreció Amaral en Independencia.

Por lo que respecta a los incidentes, Cruz Roja tuvo que atender a 700 personas. Este año se incrementaron notablemente las caídas, por un asfalto húmedo.

Los hoteles se quedaron en un 65% de ocupación

Inferior a una semana habitual. Las Fiestas del Pilar han dejado un balance negativo en los hoteles de la ciudad, donde la ocupación media de los últimos diez días se ha situado entre el 60% y el 65%.

Estos porcentajes son muy inferiores a los de años anteriores (donde algunos establecimientos rozaban el lleno) y también están por debajo de la ocupación media de las últimas semanas.

Los responsables de los hoteles atribuyen las malas cifras a la dispersión de los días festivos y a la falta de turismo de trabajo, fundamental durante el resto del año. «Al no haber puente, no ha habido un tirón claro, los visitantes por trabajo han desaparecido y el turismo de ocio no ha terminado de cuajar», explica Mariano Bergua, presidente de la Asociación Hoteles de Zaragoza.

Martes y sábado

Tan sólo el martes 11 y el sábado 15 se registraron ocupaciones superiores al 65% que, sin embargo, no compensaron el resto de la semana de fiestas, muy por debajo de lo habitual.

La falta de clientes en los hoteles afectó también de forma negativa al sector de la restauración, lo mismo que al número de visitas en los principales atractivos turísticos de la ciudad.